Cabecera La Mirada Fotográfica

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miércoles, 30 de noviembre de 2022

JUAN RODRÍGUEZ- 1992 – 2022

 

© Juan Rodríguez

Seguramente muchos de vosotros ya conocéis la Sala Minerva, esa diminuta y recoleta habitación que se encuentra en los bajos del Círculo de Bellas Artes y que a menudo nos depara interesantísimas sorpresas. Justo ahí es donde ayer se inauguró una preciosa exposición que recoge una serie de obras inéditas durante los últimos 30 años del fotógrafo gallego Juan Rodríguez. La muestra que podrá visitarse hasta el 8 de enero de 2023 de forma gratuita, lo que es de agradecer, nos presenta el trabajo más personal del autor de las tres últimas décadas con una mirada sensible a la presencia de la luz y al modo en que las formas materiales se funden con el espacio. 

© Juan Rodríguez

El eje que vertebra la exposición es una forma de ver y contemplar la arquitectura y muchas de las imágenes fueron captadas en algunos de sus viajes profesionales, en los que Juan siempre ha tratado de encontrar tiempo para una mirada más personal de los espacios que le rodean. Es por eso que muchas de sus imágenes están tomadas en movimiento en lugares tan dispares como Chicago, Portugal o España. 

© Juan Rodríguez

Juan Rodríguez empezó la carrera de arquitectura pero no llego a acabarla porque una cámara se cruzó en su camino y decidió cambiar las reglas, las escuadras y los compases por los rollos de película. Desde 1984 se dedica exclusivamente a la fotografía, si bien no ha dejado de estar ligado a la arquitectura que está casi siempre presente  en sus imágenes aunque no siempre de una manera directa. Además es editor de la revista ARCHIVES. 

© Juan Rodríguez

En su periplo como fotógrafo ha realizado también proyectos documentales y ha trabajado en el ámbito del retrato, la moda y la publicidad. Sus fotos son atemporales y no busca plasmar edificios claramente reconocibles sino que le interesan más esos edificios anónimos que por algún motivo llaman su atención, del mismo modo que en ocasiones incluye elementos humanos en sus composiciones pero que no son realmente protagonistas sino una parte más de la escena misma. 

Ninguna de las imágenes que se exhiben en la Sala Minerva ha sido producida expresamente para la exposición, todas pertenecen al archivo personal del autor y han sido ya expuestas en ocasiones anteriores pero no de forma conjunta. 

© Juan Rodríguez

La obra fotográfica de Juan Rodríguez es un vasto y amplio periplo que le lleva en un trayecto perpetuo de lugar en lugar, de ciudad en ciudad, de país en país. Es esencialmente la obra de una persona cuya vida se ha convertido en un viaje, la de alguien que se ha transformado en un nómada de la imagen y que, de forma incansable, trata de hacer tangible lo desconocido, de hacer evidente lo casual, de convertir en certeza lo espontáneo, de dotar de equilibrio el doloroso caos en el que el mundo se ha convertido. 
© Conchita Meléndez

© Conchita Meléndez

Juan Rodríguez es un buscador de imágenes capaz de transformar lo que hay a su alrededor en una visión diferente que altera la realidad, pero que dota al entorno de un halo de misterio, y como dirían los portugueses llena sus fotografías de saudades.

© Conchita Meléndez

Con motivo de la exposición se ha editado un libro diseñado por el estudio Desescribir, que tiene la voluntad de renovar la mirada sobra la obra de Juan Rodríguez. Una cuidada edición que recopila el trabajo más personal del autor. Las fotografías siempre son en blanco y negro y se entremezclan con textos y reflexiones de José Saramago, Álvaro Siza, Gertrud Schiele o Lee Fontanela, entre otros. 

miércoles, 16 de noviembre de 2022

GENEALOGÍAS DOCUMENTALES. EL MUSEO REINA SOFÍA EXPLORA LOS ANTECEDENTES DE LA FOTOGRAFÍA DOCUMENTAL ENTRE 1848 Y 1917

 


La exposición Genealogías documentales. Fotografía 1848-1917 explora, a través de siete salas, los antecedentes históricos de la fotografía documental entre las revoluciones comprendidas entre 1848 y 1917. Aunque el nacimiento del documental como género artístico propiamente dicho sea un producto de la década de 1920, el comisario de la muestra, Jorge Ribalta, indica que “retrospectivamente, se puede afirmar que la función documental es tan antigua como la fotografía misma”.

De hecho, a lo largo del siglo XIX la fotografía, fue utilizada extensamente por la burguesía, no cabe duda de que la fotografía en sus inicios es un monopolio del estado y las clases dominantes a pesar de haber nacido con fines democráticos, pero también es cierto que propició un vasto campo de imágenes fotográficas con una vocación temprana de reportaje o documentación.


La investigación desarrollada en esta exposición cierra un ciclo iniciado en el Museo Reina Sofía en 2010, con la muestra sobre el movimiento de la fotografía obrera del periodo de entreguerras Una luz dura, sin compasión. El movimiento de la fotografía obrera, 1926-1939 y continuado en 2015 con Aún no. Sobre la reinvención del documental y la crítica de la modernidad, que abordó la reinvención del documental en los años setenta. Posteriormente, en 2018, la retrospectiva Marc Pataut. Primeras tentativas, sobre su trabajo realizado en la región parisina en la década de 1990 durante el surgimiento del movimiento altermundialista, fue un breve epílogo a este ciclo que, en su conjunto, ha buscado ofrecer un relato alternativo de la configuración y evolución del discurso documental en la historia de la fotografía, a partir del estudio de casos en momentos decisivos del siglo XX.

La muestra reúne más de 500 obras -entre fotos de todo tipo, álbumes, publicaciones y daguerrotipos- con temáticas relacionadas, entre otros aspectos, con las clases proletarias, las reformas urbanísticas de la época, las revueltas populares o los proyectos de denuncia social surgidos en el periodo que abarca la exposición. Muchas de ellas proceden de importantes museos e instituciones internacionales.



En las diferentes secciones del recorrido se exhiben imágenes de individuos en actitudes corrientes, sin la aspiración conmemorativa de la alta retratística burguesa. Son representaciones de tipos populares, de clases proletarias urbanas o de trabajadores en sus puestos: los personajes andaluces de Robert P. Napper, los callejeros del París de Charles Nègre, la serie de pescadores de Newhaven de Adamson y Hill, o las fotografías de mineros de George Bretz y de la multitud de obreros del Canal de Isabel II, en vistas tomadas por Charles Clifford.

Las ciudades y las grandes reformas urbanísticas del momento fueron captadas también por la fotografía naciente. La exposición incluye, por ejemplo, las tomas que, de Viena, hizo Ferdinand Ritter von Staudenheim; el París de Charles Marville; las obras de la Via Laietana de Barcelona, etc.



Otra de las grandes cuestiones que la cámara fotográfica se ocupó de registrar fueron los eventos de reforma y revuelta. Fue así en 1848, momento revolucionario del que subsisten algunos daguerrotipos; y más adelante durante la Comuna de París de 1871, en la Semana Trágica de 1909 en Barcelona o en las revoluciones rusas de 1905 y 1917.

Genealogías documentales atiende igualmente a los usos más directamente instrumentales de la fotografía: por una parte, el proyecto de denuncia social de Lewis Hine en contra del trabajo infantil, en la década de 1910; por otro, las fotografías empleadas con pretensión de descripción supuestamente objetiva en las disciplinas de la antropología y la criminología, así como en el diagnóstico médico. Se presentan, entre otros, los trabajos criminológicos de Alphonse Bertillon, la fotografía asociada a las teorías clínicas del doctor J.M. Charcot, y obras etnográficas como las de Bronisław Malinowski.



La exposición inicia su recorrido mostrando la vida cotidiana de la clase trabajadora para atestiguar que ya desde la década de 1840 la fotografía documental era algo latente. Ejemplo de ello son el limpiabotas captado en una de las primeras placas de Louis Daguerre (1838, Boulevard du Temple de París) o las fotografías tempranas de Henry Fox Talbot con escenas de trabajadores de la construcción o de carpinteros.

La segunda sala de la exposición se ocupa de la década de 1850, cuando las campañas de los monumentos nacionales, como la Misión Heliográfica en Francia, constituyen uno de los impulsos emblemáticos del ascenso de la fotografía. También es el momento de la revolución tecnológica en el campo de la fotografía, con la combinación de negativo al colodión y positivado a la albúmina, que dio paso a la multiplicidad fotográfica.


Junto a los trabajos de Charles Clifford en su seguimiento de los viajes de la reina Isabel II en España en forma de álbum y sus recorridos por la geografía monumental española, en este espacio se muestra el que es, posiblemente, el primer corpus representativo de la clase trabajadora en la historia de la fotografía: el estudio de la comunidad de pescadores en Newhaven, Escocia, un gran conjunto de calotipos realizados por David Octavius Hill y Robert Adamson hacia 1845, así como las fotografías, en la década de 1850, de Charles Nègre en París o de John Thomson en el Londres de la década de 1870, publicadas después en el libro Street Life in London.



La cuarta sala de la muestra se detiene en la publicidad fotográfica de la nueva producción industrial y las obras de ingeniería e infraestructura de la época. 

En las últimas décadas del siglo XIX la fotografía también se utilizó en los ámbitos médico y judicial. La Guerra Civil americana produjo un notable corpus de fotografía anatómica y diversos catálogos de heridos y amputados, así como de fallecidos. Estas prácticas son simultáneas del comienzo del uso policial y judicial de la fotografía y de la estandarización de los métodos modernos de identificación fotográfica, a partir de la actividad de Alphonse Bertillon en Francia, o Francis Galton en Inglaterra.  

Jorge Ribalta y Manuel Borja-Villel

El itinerario de la exposición se cierra con la revolución como protagonista, aunque en este caso con la Comuna de París de 1871, primer experimento de autogobierno popular y mítico en la cultura del movimiento obrero que generó un gran corpus fotográfico y que sería ejemplo iconográfico para las revoluciones rusas de 1905 y de 1917, en donde también aparecen por primera vez las masas movilizadas, o en la Semana Trágica barcelonesa de 1909.