Cabecera La Mirada Fotográfica

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lunes, 30 de enero de 2023

ISABEL MUÑOZ YA ES ACADÉMICA

 


En la tarde de ayer y ante una audiencia que llenaba por completo el aforo del salón de actos de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, la fotógrafa Isabel Muñoz, que cuenta en su haber con el premio Nacional de Fotografía entre otros muchos galardones, leyó su discurso de aceptación para convertirse en académica de número, pasando así a engrosar el número de mujeres que disfrutan de este honor y que con ella suman un total de seis miembros frente a los 50 miembros varones. Tiene también en su balanza el hecho de ser la única persona del sector de la fotografía que en este momento forma parte de la Academia. Antes que ella la precedieron en el tiempo Alfonso Sánchez Portela, Juan Gyenes y Alberto Schommer. 

El acto protocolario comenzó con la entrada de la fotógrafa escoltada por Arantxa Aguirre Carballeira y Estrella de Diego, ambas miembros también de la Academia. Isabel empezó su discurso, Una Antropología de los Sentimientos, dando gracias a todas las personas que le han abierto las puertas de la Academia, en especial a Pablo López Mondéjar, del que recordó que lleva casi medio siglo rescatando fotos y fotógrafos olvidados y trayéndoles al presente para darles así el lugar que merecen en la historia de la fotografía española. Mencionó también a Juan Bordes, escultor,  y a José María Luzón, exdirector del Museo Arqueológico y del Museo del Prado. Éstos tres miembros de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando fueron quienes propusieron su candidatura. Por supuesto tuvo unas cariñosas palabras para su familia, su hijo Manuel y sus cinco nietos, que estuvieron presentes en el acto. 


El discurso de Isabel Muñoz versó sobre el trabajo que lleva ejerciendo desde hace cincuenta años y que la ha llevado a través de múltiples países a plasmar el dolor y la alegría, casi siempre de una manera bella. Dice Isabel que aunque no es una teórica de la fotografía, en el ejercicio  de esta profesión ha aprendido que: “a través de mis fotografías puedo hablar de una manera más sutil y profunda que a través de las palabras”. La frase que es de Richard Avedon la ha adaptado Isabel a su propia experiencia.

Durante toda la intervención tanto de Isabel Muñoz como de Publio López Mondéjar que fue el encargado de dar la réplica a la fotógrafa, con frases tan emblemáticas como: “La obra de esta extraordinaria fotógrafa semeja un gran sueño expresado en imágenes que se nutren de los plurales ámbitos de la antropología, la mística, la búsqueda de la belleza y el cuaderno de viaje. Si ha llegado a ser una gran profesional es porque, ante todo, es una persona humilde, generosa, pundonorosa, fuerte, inagotable y respetuosa con todas las creencias, los sentimientos y las formas de vida y muerte del Planeta”, pudimos contemplar algunos de los trabajos de Isabel, desde sus primeras imágenes dedicadas a la danza hasta sus últimos proyectos como el de dar visibilidad a la contaminación de los océanos por los plásticos. 

Patricia Allende, Isabel Muñoz y María Antonia García de la Vega en la recepción que siguió al acto

Isabel que acaba de iniciar otro ambicioso proyecto en las ruinas del templo más antiguo del mundo conocido hasta hoy, el Göbekly Tepe, en Turquía, llega a la Academia con muchas ganas de trabajar para potenciar la fotografía dentro de la Academia y también para devolverle a esta disciplina parte de lo que ella asegura que le ha proporcionado la misma. Y es que ha asegurado “que debemos recordar siempre que algunas personas hemos tenido el privilegio de dedicarnos a oficios que nos han hecho y nos harán felices”. 

Podéis seguir el acto completo en el siguiente enlace:


jueves, 26 de enero de 2023

FRANCESC CATALÀ-ROCA. LA MIRADA SABIA.

 

El piropo (Sevilla), 1959

La sala de fotografía de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando acoge una selección de obras de Francesc Català-Roca que forman parte de las colecciones de la Academia. Se exponen, además, otras obras del fotógrafo procedentes de colecciones privadas. 

La muestra de Francesc Català-Roca (Valls, 1922-Barcelona, 1998) se enmarca en el contexto del primer centenario de su nacimiento. Considerado unánimemente como el gran maestro de su generación, constituyó el puente decisivo entre la vanguardia de la anteguerra representada por su padre Pere Català Pic (1889-1971) y la nueva vanguardia documental, que él mismo encabezó en la frontera de los años cuarenta y cincuenta. 

 Viaducto (Madrid), 1950.

                                     Red de San Luis (Madrid) 1957                                

Dueño de un sólido dominio de su oficio, que aprendió desde niño en el laboratorio familiar, heredó del padre, que fue quien lo introdujo en la fotografía,  su talento y la audacia formal para componer sus imágenes. Sus numerosos libros, que comenzó a publicar en los años cincuenta, muestran a un profesional riguroso, vanguardista del humanismo, que supo aunar un profundo conocimiento de la técnica y una inabarcable capacidad creativa, en una obra en la que parece primar el poderoso instinto visual, la vehemencia y la certera percepción de lo real sobre cualquier veleidad o voluntad de estilo. 

Sastrería (Barcelona) 1950

Con el tiempo, Català-Roca dirigió su mirada segura hacia los detalles decisivos de las cosas, con la pretensión de comunicar su propia visión de la realidad. Sólidamente instalado en las gradas de la certeza, siempre sintió una profunda seguridad en la validez de sus propias percepciones, y ésta fue probablemente la característica esencial de su fotografía; la que le permitió colocar la cámara en lugares nunca antes frecuentados y alcanzar la eficacia formal de sus prodigiosos picados y contrapicados, que aprendió a dominar desde niño. Una fotografía que marcó el definitivo final de la puerilidad tardopictorialista de aquellos años oscuros, que supo fijar como nadie en la edad eterna de sus fotografías, llenas de sabiduría y de humanidad. 

Positivo y Negativo (Sevilla), 1962

Català-Roca fue además inspiración para muchos de los fotógrafos que vinieron tras él y un absoluto referente en la fotografía documental. Es también el miembro más destacado de una saga familiar  de la que forman parte sus dos hijos, Francesc Català-Roca y Pere Català i Roca, así como su hermano Pere Català-Roca. Curiosamente no obtuvo el Premio Nacional de Fotografía, pero cuenta en su haber con el Premio Nacional de Artes Plásticas que otorga el Ministerio de Cultura, así como la medalla al mérito artístico y es que fue un hombre que convirtió la fotografía en arte. 

Dalí, 1953

Entreacto en el Liceo, 1955

El año pasado pudimos disfrutar de una amplia retrospectiva de su obra en la Sala el Águila, dentro del Festiva de PhotoEspaña. La muestra fue comisariada por Oliva María Rubio y tuvo una gran afluencia de público. En esta ocasión en Publio López Mondejar el encargado de hacernos llegar la obra de Català-Roca y aunque la exposición está reducida a poco más de una docena de obras, la sala no da para más, merece la pena acercarse a contemplar la cuidada selección que el también fotógrafo, fotohistoriador, periodista y académico de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando ha llevado a cabo. 

Estación de Francia, 1950

La muestra podrá visitarse hasta el 9 de julio y en breve se presentará el pequeño catálogo que la acompaña y que se suma a las anteriores publicaciones de Paco Gómez y Virgilio Vieitez. 

Tomás Marco Aragón, Publio López Mondéjar y Victor Nieto Alcaide