Cabecera La Mirada Fotográfica

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lunes, 13 de noviembre de 2023

PICASSO 1906. LA GRAN TRANSFORMACIÓN

 


Con motivo de la conmemoración del 50º aniversario de la muerte de Picasso, el Museo Reina Sofía ha organizado, con el apoyo excepcional del Musée Picasso Paris, Picasso 1906. La gran transformación, que cierra el programa oficial de exposiciones internacionales de esta celebración y que plantea renovar importantes criterios sobre el papel clave que jugó el artista en la creación del arte moderno. 

Es habitual considerar que la contribución de Pablo Picasso (1881-1973) en ese hito fue pintar Las señoritas de Avignon en 1907. Sin embargo, actualmente puede pensarse que esta obra fue el punto de llegada, y el estallido final, de todo un complejo proceso desarrollado a lo largo del año 1906 y finales de febrero o principios de marzo de 1907. Un periodo durante el cual, la actividad creativa del artista tuvo tres escenarios: París, Gósol –localidad del pirineo leridano– y, de nuevo, París

La producción de Picasso en esa época concreta ha sido entendida hasta ahora como un epílogo del período rosa o como un prólogo a la obra citada anteriormente. Nada más lejos. 1906 no es un año más en la trayectoria del artista. Es un momento artísticamente significativo -no reconocido hasta hoy como tal- en el que las experimentaciones del malagueño abren su obra hacia otros lenguajes. Como indica en el catálogo que acompaña la exposición el comisario Eugenio Carmona, se trata de “la primera aportación de Picasso a la noción plena de arte moderno”. 


También apunta el comisario que 1906 es un año con personalidad propia tanto en la vida como en la obra de Picasso. “Mujer peinándose” sería una obra clave de esta época ya que recoge todo lo que Picasso elabora primero en París, luego en Gósol y de nuevo en París. Y lo sintetiza al tratar primero el desnudo de una manera positiva, de una manera vitalista, como aludiendo al desnudo de las mujeres peinándose en la pintura mitológica antigua, la tradición de la toilette de Venus. Pero al mismo tiempo está investigando sobre las formas del cuerpo y ha colocado el rostro de forma que simula ser una máscara. 


Lo que Picasso de 1906 aporta es una hibridación de elementos y factores que nunca antes se habían puesto en relación, por ejemplo la referencia del arte primitivo con la huella de la pintura mitológica, el desnudo con la presencia vitalista. Picasso en esta etapa anticipa el expresionismo abstracto y cultiva algo cercano a la técnica del non finito, que consiste en dejar una obra inacabada para que el espectador reconstruya el proceso pictórico. 


La exposición estará abierta al público en la segunda planta del edificio Sabatini desde el 15 de noviembre hasta el 4 de marzo del 2024 y forma parte de los actos y exposiciones que se vienen celebrando con motivo del cincuentenario de la muerte del autor. Los gobiernos de Francia y de España han acordado trabajar conjuntamente en un programa de alcance internacional, a través de una comisión binacional que reúne a las administraciones culturales y diplomáticas de los dos países. La Celebración Picasso 1973-2023 gira en torno a unas cincuenta exposiciones y eventos que se celebrarán en instituciones culturales de renombre de Europa y América del Norte que, juntas, abordan un análisis historiográfico de su obra.



viernes, 3 de noviembre de 2023

MAESTRAS LA EXPOSICIÓN DEL THYSEN QUE DEVUELVE LA VISIBILIDAD A LAS MUJERES PINTORAS

En el palco, 1904-1907 Helene Funke

Artemisia Gentileschi, Angelica Kauffmann, Clara Peeters, Rosa Bonheur, Mary Cassatt, Berthe Morisot, María Blanchard, Natalia Goncharova, Sonia Delaunay o Maruja Mallo fueron artistas célebres en su tiempo que hoy vuelven a ser reconocidas como maestras, en contestación al borrado en la historia del arte que sufrieron junto a otras menos conocidas que rompieron moldes con obras de indudable excelencia.

El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza presenta Maestras, una exposición comisariada por Rocío de la Villa desde una perspectiva feminista, con un centenar de piezas entre pinturas, esculturas, obras sobre papel y textiles, que ofrece un recorrido por las contribuciones artísticas de creadoras, desde finales del siglo XVI a las primeras décadas del siglo XX, a través de ocho escenas relevantes en el camino de las mujeres hacia su emancipación. Partiendo de la noción actual de sororidad, la muestra focaliza grupos de artistas, mecenas y galeristas que compartieron valores y condiciones socioculturales y teóricas favorables, pese al sistema patriarcal. La conjunción de periodos históricos, géneros artísticos y temas es el eje principal sobre el que se vertebra el proyecto, evidenciando cómo estas artistas abordaron cuestiones candentes en su época, tomaron posición y aportaron nuevas iconografías y miradas alternativas. La exposición es la primera gran muestra enmarcada en el proceso de redefinición feminista que el Museo Thyssen está realizando en los últimos años, y cuenta con la colaboración de la Comunidad de Madrid y el patrocinio de Carolina Herrera. Tras su presentación en Madrid, una versión reducida de la muestra podrá verse en el Arp Museum Bahnhof Rolandseck de Remagen (Alemania).


Maestras es una exposición de autoras mujeres que representan a mujeres y sus intereses. Artistas que fueron en su época académicas, reclamadas por mecenas y coleccionistas, partícipes en asociaciones de artistas mujeres, receptoras de los más altos reconocimientos y protagonistas de grandes exposiciones. Mujeres cultas, curiosas, viajeras, cosmopolitas, comprometidas… En ocasiones, contaron también con el respaldo y apoyo de sus maestros, compañeros, maridos, hermanos o marchantes.


1. Sororidad I. La causa delle donne

Versión italiana de la querelle des femmes, el título de este primer capítulo nos remite al debate literario y académico que tuvo lugar en Europa, desde finales del siglo XIV y hasta la Revolución francesa, en defensa de la capacidad intelectual y el derecho de las mujeres al acceso al conocimiento y la política frente a la misoginia. En la exposición, este debate se muestra a través de la producción de algunas artistas del norte de Italia, desde finales del siglo XVI y buena parte del XVII, inscritas en botteghe familiares y beneficiadas por un clima sociopolítico y teorías del arte favorables para las mujeres en los Estados Pontificios. Las obras reunidas en esta primera sección son representaciones que narran la historia de figuras bíblicas femeninas y heroínas de la Antigüedad; mujeres fuertes que triunfan por su virtud, que son símbolo de la victoria femenina sobre la violencia de género y los agravios a las mujeres en la época. Judit con la cabeza de Holofernes (1600), de Lavinia Fontana; Judit y su criada (1618-1619) y Susana y los viejos (1623), de Artemisia Gentileschi; y Porcia hiriéndose en el muslo (1664), de Elisabetta Sirani, son algunas de las obras destacadas.


2. Botánicas, conocedoras de maravillas

La revolución científica fue el inicio del ocaso de la tradición del conocimiento botánico, biológico y médico de las mujeres, con la persecución de las brujas como telón de fondo. En este apartado se indaga en el papel de las artistas en el surgimiento y esplendor del género de la naturaleza muerta y una posible genealogía femenina en torno al subgénero del bodegón con insectos, fruto de una concepción ecológica no mecanicista a cargo de artistas-científicas, como la alemana Maria Sibylla Merian. Su obra se presenta en la sala junto a la de otras pintoras italianas y centroeuropeas del siglo XVII, como Fede Galizia, Giovanna Garzoni o Clara Peeters, y francesas y británicas como Louise Moillon o Mary Beale. Un conjunto de pinturas que no solo muestran el virtuosismo alcanzado por estas artistas, sino también su capacidad de observación y sus conocimientos científicos.


3. Ilustradas y académicas

La Ilustración en Francia fue la época de las salonnières - anfitrionas de reuniones culturales y artísticas, muchas de ellas convertidas en auténticas mecenas y participantes activas del debate cultural - y su compañerismo con intelectuales y artistas. Además, el mecenazgo de María Antonieta y las Mesdames tuvo una gran influencia para el reconocimiento, incluso académico, del valor de la producción artística femenina, que se centró en el género del retrato, tanto en pintura como escultura, en pintura de género y en escenas neoclásicas, mostrando una pluralidad de roles femeninos de intenso acento teatral. Lo vemos a través de la obra de creadoras británicas, francesas y españolas de antes y después de la Revolución francesa (1770-1850), como Angelica Kauffmann, Adélaïde Labille-Guiard, Louise-Élisabeth Vigée-Le Brun o Victoria Martín Barhié, entre otras. Un protagonismo que acabaría con la expulsión de las académicas a partir de la reforma de Bonaparte en Francia (1804), por el que las mujeres son definitivamente excluidas de muchos derechos, además del de la ciudadanía tras la fallida Revolución. Un modelo excluyente que llegaría a imponerse también en España y el resto de Europa.


4. Orientalismo/ Costumbrismo

Durante la segunda mitad del siglo XIX, en pleno periodo colonial, los estilos orientalista y costumbrista alcanzaron una gran popularidad y fueron muchos los artistas atraídos tanto por lo lejano y exótico como por lo autóctono y lo rural. En esta sección se pone en valor la contribución de artistas mujeres al orientalismo y al costumbrismo mostrando cómo, frente al punto de vista masculino, patriarcal, e incluso del ‘voyeur’ colonial, ellas aportaron experiencias de proximidad con otras mujeres no occidentales, dotando de dignidad a los temas y sujetos representados. Lo vemos en la obra de artistas francesas, estadounidenses y españolas de entre finales del siglo XVIII y la primera década del siglo XX en las que confluyen ambos estilos, como Rosa Bonheur y su fascinación por el exotismo de la cultura española, o la renombrada pintora orientalista Henriette Browne, que cultivó el orientalismo en sus viajes a países musulmanes, también Mary Cassatt al inicio de su carrera en Sevilla y artistas españolas como Alejandrina Gessler de Lacroix, Elena Brockmann de Llanos y María Blanchard.


5. Trabajos, cuidados

Excluidas de las Academias oficiales, en París, mujeres procedentes de toda Europa y América estudian en escuelas privadas segregadas y, con el telón de fondo de las reivindicaciones feministas, fundan las primeras asociaciones de artistas mujeres y el Pabellón de la Mujer en la Exposición Colombina Mundial de Chicago, en 1893. En este capítulo se reúnen ejemplos del realismo y del idealismo romántico y político de las artistas, con sus representaciones de mujeres trabajadoras, tanto en tareas tradicionales como en diversos oficios y profesiones, abarcando el periodo de 1860 a las primeras décadas del siglo XX. A diferencia de las figuras con frecuencia aisladas y encerradas en su trabajo representadas por artistas varones, las trabajadoras retratadas por mujeres nunca están solas e interactúan entre sí, subrayando en sus obras los lazos de compañerismo. Las lavanderas (1882) de Marie-Louise Petiet, El cerezo (1891) de Berthe Morisot, Las amas de casa (1905) de Lluïsa Vidal o La zapatería (h. 1911) de Elizabeth Sparhawk-Jones son algunos de los magníficos ejemplos que ilustran este capítulo.


6. Nuevas maternidades

El tema de la maternidad ha sido uno de los más representados en la historia del arte. Sin embargo, no será hasta el final del siglo XIX cuando las artistas comiencen a plasmar los sentimientos de las mujeres acerca de su propia maternidad, al margen y frente al discurso patriarcal del “ángel del hogar”. Desayuno en la cama (1897) de Mary Cassatt, Ver Sacrum (Autorretrato con su hijo Peter) (1901) de Elena Luksch-Makowsky, Maternidad, media figura (1906) de Paula Modersohn-Becker, Marie Coca y su hija Gilberte (1913) de Suzanne Valadon o Maternidad (1932) de Tamara de Lempicka son algunas de las piezas excepcionales reunidas en esta sección, que incluye también esculturas de Käthe Kollwitz y Emy Roeder.


7. Sororidad II. Complicidades

A partir de la familiaridad de las artistas con compañeros del entorno impresionista, en las últimas décadas del siglo XIX y principios del XX abundan las representaciones de amigas en dúos, tríos o grupos en situaciones de complicidad, de estudio o de ocio compartidos. Son espacios y momentos en común en los que no pasa nada, pero precisamente ahí radica su interés, ofreciendo múltiples variaciones de una iconografía inédita: la amistad entre mujeres. Se muestran aquí obras de maestras europeas y americanas de entre 1880 y los años veinte, entre ellas, Las hermanas (1869) de Berthe Morisot, Tres mujeres con sombrillas (Las tres gracias) (h. 1880) de Marie Bracquemond, Confidencias crepusculares (1888) de Cecilia Beaux o El ramo (1925) de Lola Anglada.


8. Emancipadas

Entre 1900 y 1937, mientras se consigue el sufragio femenino en la mayoría de los países occidentales, las artistas más avanzadas del momento continúan abordando iconografías que subrayan la complicidad entre mujeres y sus aportaciones distintivas en los nuevos lenguajes vanguardistas. Fueron muchas las que participaron activamente en los movimientos artísticos de vanguardia, artistas reconocidas que triunfaron en vida y que fueron modelo de fuerza, compromiso, vitalidad, creatividad e independencia, pero que, tras su muerte o a raíz de acontecimientos históricos como la Segunda Guerra Mundial o, en el caso de España, la dictadura franquista, serían eliminadas de la historia y de los museos. Camille Claudel, Jacqueline Marval, Helene Funke, Natalia Goncharova, Frida Kahlo, Ángeles Santos o Maruja Mallo son algunas de las grandes maestras cuya obra se expone en esta última sección.


Del 31 de octubre de 2023 al 4 de febrero de 2024

Comisaria: Rocío de la Villa

Publicaciones: Catálogo con textos de Rocío de la Villa, Marta Mantecón, Haizea Barcenilla y Ana Martínez-Collado.