Cabecera La Mirada Fotográfica

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viernes, 5 de septiembre de 2025

GAZA A TRAVÉS DE SUS OJOS

 


El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, la Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina (UNRWA) y el Departamento de Protección Civil y Ayuda Humanitaria de la Comisión Europea (ECHO) presentan Gaza a través de sus ojos, una exposición que reúne una treintena de fotografías tomadas por fotoperiodistas que, desde octubre de 2023, documentan la vida en la franja bajo el asedio. 

Durante casi dos años, la franja de Gaza, un área de solo 365 kilómetros cuadrados, ha sido devastada. Hogar de más de 2,1 millones de personas, este enclave sitiado ha soportado bombardeos casi constantes, desplazamientos forzados, destrucción y el colapso de los servicios básicos. Las familias se enfrentan al miedo, el hambre, la deshidratación y la pérdida, sin apenas acceso a alimentos, agua potable, medicinas y refugio.

La destrucción de Gaza es apocalíptica. Barrios y ciudades enteras han sido arrasados. Las operaciones militares israelíes han golpeado de manera generalizada edificios civiles, incluidos hogares, hospitales, escuelas e instalaciones de Naciones Unidas. Todos ellos están protegidos por el derecho internacional humanitario. También lo están los trabajadores humanitarios, cuya labor es fundamental para proporcionar ayuda vital a la población civil durante las crisis. Más de 360 miembros del equipo de UNRWA han sido asesinados en Gaza, algunos de ellos mientras desempeñaban su trabajo. Muchos fueron asesinados junto con sus familiares: familias enteras han sido aniquiladas.


UNRWA ha estado al servicio del pueblo de Gaza durante décadas, proporcionando educación, atención médica, protección, formación profesional, apoyo psicosocial y ayuda humanitaria. Desde octubre de 2023, ha centrado su labor en responder a la emergencia: las escuelas se han convertido en refugios y más de 12.000 trabajadores y trabajadoras —muchos de ellos también desplazados— continúan ofreciendo asistencia vital. El apoyo de la Unión Europea y de su ciudadanía ha sido fundamental: facilitando agua, saneamiento e higiene; ayuda psicológica y actividades educativas para la infancia; logística, almacenamiento de suministros humanitarios o artículos esenciales de refugio para familias desplazadas; y colaborando con fotoperiodistas para documentar la situación.

Mientras tanto, las autoridades israelíes siguen prohibiendo la entrada de medios internacionales en Gaza, y más de 200 periodistas palestinos han sido asesinados. A pesar de ello, y a menudo asumiendo un gran riesgo personal, los fotoperiodistas de UNRWA documentan la vida bajo el asedio. Son personas que arriesgan sus vidas para dar testimonio de lo que ocurre en Gaza. Sin embargo, no verán sus nombres junto a las fotografías expuestas, ya que supondría un riesgo para su seguridad.

Esta exposición es su mirada. Es la voz de Gaza. Es un llamamiento a no mirar hacia otro lado.

Del 23 de septiembre al 19 de octubre de 2025

Hall central. Entrada gratuita.

UNRWA: https://unrwa.es/


lunes, 9 de junio de 2025

ISABEL COIXET: COLLAGES. APRENDIZAJE EN LA DESOBEDIENCIA

 

Nothing © Isabel Coixet

En palabras de Estrella de Diego, “Quizás sea cierto que las historias mejor contadas son las que se construyen a retazos, a fragmentos; las que esperan y exigen del espectador el esfuerzo para recomponer el significado último, llenar los huecos que la narración va dejando a su paso. De eso sabe mucho el cine y también la autora de esta muestra, Isabel Coixet. Después de un siglo largo de mirada fílmica, hoy sabemos que no basta con ver. Debe haber margen para lo adivinatorio.”

Finally © Isabel Coixet

El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza presenta en la sala 30 una selección de cincuenta collages de la directora y guionista de cine Isabel Coixet (1960). Comisariada por Estrella de Diego, esta muestra forma parte de la programación de PhotoEspaña 2025. Coixet lleva años trabajando en unos collages de papeles y fotos donde coloca al espectador en un lugar narrativo semejante al cinematográfico a partir de sus juegos de montaje. 

© Conchita Meléndez

© Conchita Meléndez

El collage surgió a principios del siglo XX de la mano de artistas como Braque y Picasso, seguidos por otros vanguardistas como los alemanes Kurt Schwitters o Hanna Höch, que comenzaron a recolectar y pegar trozos e imágenes para construir nuevas realidades. Esta experimentación tiene su origen, a su vez, en el modo en que el cine, a partir de su nacimiento en 1895, crea historias mediante fragmentos, fotogramas, modificando la forma de observar el mundo de una generación entera. Al igual que con el collage, cuya esencia reside en la carga de significado de las piezas que lo componen, el cine, según la comisaria, debe tener un “margen para lo adivinatorio”. Para Isabel Coixet la epifanía en lo referente al collage, surgió a raíz de unas imágenes que pudo contemplar en una exposición de Robert Mapplethorpe, aunque el germen estaba ya implantado en ella desde niña cuando jugaba con sus recortables. 

Guérillero © Isabel Coixet

Misunderstanding © Isabel Coixet

Dice Estrella de Diego que Isabel Coixet desprende en sus obras la misma desobediencia que reside en sus largometrajes, reflejando temas aparentemente banales, como las pequeñas cosas y la vida corriente, que se convierten en cuestiones abordadas desde puntos de vista inesperados. En ellas incluye frases en diferentes idiomas que se van intercalando como llamadas de atención o puntos de partida para imaginar el relato, reflejo de su manera de jugar con los varios niveles de lecturas.

Vanite © Isabel Coixet

Want © Isabel Coixet

La exposición está compuesta por medio centenar de collages presentados en una variedad de soportes y técnicas que van desde lo digital al lienzo, pasando por el cartón pluma, el papel y el táblex. En esta selección, de pequeño y medio formato, se plantea una especie de juego de series donde se acentúa el contraste y la fuerza visual de cada pieza. La mayoría de estas composiciones datan de estos últimos años, entre 2021 y 2024, aunque también se incluyen algunas anteriores, ofreciendo una amplia visión del trabajo de la cineasta.

Isabel Coixet © Conchita Meléndez

La exposición puede visitarse en la sala 30 del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, del 10 de junio al 14 de septiembre de 2025.





martes, 12 de noviembre de 2024

EL MUSEO THYSSEN-BORNEMISZA EXPONE UNA RETROSPECTIVA DE LA GRAN PINTORA EXPRESIONISTA GABRIELE MÜNTER

 


Gabriele Münter es quizás una gran desconocida para muchos de nosotros a pesar de que fue una de las fundadoras del movimiento Der Blaue Reiter (El Jinete Azul en español), que fue el nombre de un grupo de artistas expresionistas, fundado por Vasili Kandinski y Franz Marc en Múnich en 1911 que transformó el expresionismo alemán. También formaron parte del grupo, entre otros, August Macke, Alexei von Jawlensky, Marianne von Werefkin y Paul Klee. A todos ellos les unía su interés común por el Arte medieval y primitivo, así como los movimientos coetáneos del fovismo y el cubismo.

Naturaleza muerta delante de la casa amrilla, 1953 © Gabriele Münter


En España, únicamente el Museo Thyssen-Bornemisza, que posee en su colección cuatro obras de la artista, ha expuesto alguna de las pinturas de la misma y ahora nos ofrece una completa retrospectiva que podrá visitarse hasta el 9 de febrero de 2025.

Lucha contra el dragón, 1913 © Gabriele Münter

Niña dormida, 1934 © Gabriele Münter

La exposición es fruto de un proyecto de colaboración del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza con The Gabriele Münter and Johannes Eichner Foundation y la Städtische Galerie am Lenbachhaus und Kunstbau de Múnich y cuenta con el apoyo de la Comunidad de Madrid y de la Art Foundation Mentor Lucerne. Tras su paso por Madrid, se presentará en el Musée d’Art Moderne de París.

Señora escribiendo en un sillón, 1929 © Gabriele Münter

A través de 145 pinturas, dibujos, grabados y fotografías, esta exposición se propone descubrir no solo su trabajo y la riqueza de su obra, sino también a una artista que se rebeló contra las limitaciones que se cernían sobre las mujeres de su época y que consiguió convertirse en una de las figuras sobresalientes del expresionismo alemán a comienzos del siglo XX. A lo largo de su extensa carrera, Münter demostró en numerosas ocasiones su capacidad de adaptación, su incansable deseo de experimentación y su falta de prejuicios ante lo nuevo o diferente. En sus pinturas, de líneas precisas y colores intensos, la artista sumerge al espectador en su mundo privado y, con su aguda mirada, presenta a amigos, amantes, objetos cotidianos, paisajes, o a ella misma, reducidos a su esencia. Y aunque cuando hablamos de expresionismo tendemos a pensar en lo apocalíptico, Gariele no es una pintora dramática sino que por el contrario nos encontramos con una pintora lírica que en sus obras canta al campo, a las casas de los campesinos, a los lugareños. 


Esta mujer de clase media alta, que viajo desde muy joven por diversos países incluido Estados Unidos donde intentó reencontrar sus raíces no duda en utilizar otros instrumentos además de la pintura para capturar la esencia de los lugares que visita. Así en su búsqueda de identidad por tierras americanas a finales del siglo XIX, llevó consigo una cámara Kodak Bull’s eye, que apenas habían empezado a comercializarse una década antes de la llegada de Gabriele Münter a Estados Unidos. Este instrumento no solo le sirve para captura imágenes sino que además es un soporte para convertir dichas imágenes en pinceladas que impregnarán sus lienzos. 

Futuro (Mujer en Estocolmo), 1917 © Gabriele Münter

También entre los años 1904 y 1908 viajó con el que fuera su compañero de profesión y de vida en aquel momento Vasili Vasílievich Kandinski, por África y por Europa, estableciendo su residencia en París durante un par de años. Fue allí donde Münter vio los cuadros de Henri Matisse y otros fauvistas, lo que cambió su estilo a largo plazo. A partir de 1908 su forma de ver es diferente, el color se libera, las formas se sintetizan y se aplanan, de alguna forma todo se simplifica. Münter comienza a desarrollar un estilo abstracto propio, con brillantes colores sin mezclar, formas fuertes, todo delineado por oscuras líneas de separación.

Paseo en Barca, 1910 © Gabriele Münter

En 1909 Münter compró una casa en Murnau am Staffelsee, donde pasó los veranos con Kandinsky y donde recibieron a numerosos artistas del vanguardismo muniqués como Alexei von Jawlensky, Marianne von Werefkin, Franz Marc, August Macke y el compositor Arnold Schönberg. Münter y Kandinsky vivieron juntos hasta que durante la Primera Guerra Mundial Kandinsky se vio forzado a salir de Alemania por ser ciudadano de una potencia enemiga. Entre 1915 y 1920, Münter vivió en Escandinavia. Su último encuentro con Kandinsky ocurrió en 1916 en Estocolmo.


A partir de 1920 y durante casi una década Münter prácticamente dejo de pintar, aquejada por una fuerte depresión. A su regreso a Alemania su círculo cercano de artistas se había desvanecido, incluyendo a Kandinsky, que había regresado a Rusia durante la guerra e iniciado allí una nueva relación. Sin un domicilio fijo, Münter se centra en esos años en su faceta de dibujante y en retratar a las mujeres libres y emancipadas a las que frecuentaba.



Es en 1932, tras su regreso a  su casa en Murnau, donde vivió con el historiador de arte Johannes Eichner, cuando de nuevo vuelve a pintar, aunque ahora su obra consista sobre todo en flores y obras abstractas. 

Durante la Segunda Guerra Mundial, Gabriele Münter escondió más de 80 obras de Kandinsky y otros miembros de Der Blaue Reiter, además de obras propias, salvándolas de la destrucción. Estas pinturas las regaló en 1957, con motivo de su ochenta cumpleaños, a la ciudad de Múnich, donde ahora son exhibidas en la Lenbachhaus, célebre museo alemán. Su casa es hoy en día un museo.


Imágenes de sala: © C. Meléndez





lunes, 6 de mayo de 2024

LA CHIQUITA PICONERA SE EXPONE POR PRIMERA VEZ EN MADRID

 


Con motivo de la celebración del 150 aniversario del nacimiento del pintor Julio Romero de Torres (Córdoba, 1874 - 1930), el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza acoge en sus salas una de sus obras más emblemáticas: La Chiquita Piconera, realizada entre 1929 y 1930, poco antes de la muerte del pintor, y considerada su testamento pictórico.

El cuadro, prestado por el Museo Julio Romero de Torres de Córdoba y con el apoyo del Ayuntamiento de Córdoba, puede verse hasta el 28 de julio dentro del recorrido de la colección permanente del museo, en la sala 45 dedicada a los realismos de entreguerras, junto a la obra de artistas como Pablo Picasso, Max Beckmann, Otto Dix, George Grosz o Balthus, entre otros.

La Chiquita Piconera representa la cúspide del talento de Julio Romero de Torres, un compendio de todos los elementos fundamentales que definen su pintura. Con una técnica casi fotográfica en el tratamiento de los planos, el pintor captura en el cuadro la esencia íntima de una humilde habitación, en la que una joven de 13 o 14 años, la modelo María Teresa López, está sentada en una silla de enea frente a un brasero de cobre cargado de picón que remueve con una badila, de ahí el nombre. La joven mira directamente al espectador, con un hombro al aire y mostrando las piernas solo cubiertas por unas medias y calzando unos tacones, creando un ambiente considerado erótico en aquella época y que es muy característico de la obra de Romero de Torres. Una puerta entreabierta permite vislumbrar al fondo el paisaje cordobés bajo el cielo del anochecer, en el que se identifica el Guadalquivir, el Puente Romano, el paseo de la Ribera o la Torre de la Calahorra. La obra fue reproducida por la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre en un sello de 5 pesetas en 1965.

María Teresa López posa para el artista siendo tan solo una niña que se asomaba a la adolescencia. La cercanía de sus padres con el pintor y el cumplimiento de unos cánones de belleza la convirtieron en el foco de atención de aquel que ha sido considerado el encargado de plasmar a “la mujer cordobesa” en sus lienzos. Solo hay que detenerse y observar la obra del pintor para descubrir una secuencia de mujeres serias, sobrias, sin alegría. Esto que, según los críticos y la crónica general, define y alaba la obra de Romero, se ha traducido en mujeres de mirada misteriosa, enigmática, melancólica, como la de la Chiquita Piconera. Una Chiquita que no pasó sus días calentándose con calma al calor del picón, sino huyendo de una sociedad que la lapidó de acusaciones sobre su moralidad. Fue acusada de manera reiterada de haber mantenido relaciones con el pintor. 

Al final de su vida, Julio Romero de Torres regresa a temas que había tratado en su juventud para ir más allá de la denuncia social.. Con su peculiar lenguaje, el pintor sintetiza en esta pintura de “La chiquita piconera” su trayectoria vital y artística, su forma de entender la pintura y lo que quería expresar con ella.

José María Bellido (alcalde de Córdoba), Evelio Acevedo (director gerente del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza) y Guillermo Solana (director artístico)

La presentación de esta obra es el punto de partida a partir del cual construir el propósito fundamental de ofrecer una visión renovada de la obra de Julio Romero de Torres, una visión que lo aleje de esos clichés folcloristas que durante mucho tiempo lo han acompañado y que lo represente como un pintor de referencia en la España de inicios del siglo XX. Con esa intención además de la presentación de este cuadro en el Museo Thyssen Bornemisza, el alcalde de Córdoba José María Bellido, ha anunciado otra serie de acciones que se van a llevar a cabo durante el 150 aniversario del nacimiento del pintor, entre las que se establecerá un diálogo del mismo con otros pintores de su época, pintores de la modernidad, a través de la colección Telefónica y mediante una exposición que se va a montar en Córdoba.  También habrá una exposición en la Sala Vimcorsa de Córdoba en la que se planteará un diálogo entre obras de Julio Romero de Torres y Zuloaga con las colecciones del Museo de Arte de Bilbao y las del Museo Julio Romero de Torres. 



martes, 27 de febrero de 2024

ISABEL QUINTANILLA Y SUS OBJETOS COTIDIANOS

 

Ventana, Isabel Quintanilla

Fueron cuatro las mujeres que formaron parte del grupo conocido como los realistas de Madrid, Isabel Quintanilla, María Moreno, Esperanza Parada y Amalia Avia. Junto a ellas estaban los hermanos Julio y Francisco López Hernández, escultor con quien Isabel se unió en matrimonio en 1960 y el reconocido pintor Antonio López García, que hoy en día es el único que queda vivo del grupo. Todos ellos vivieron y trabajaron en Madrid desde mediados de la década de 1950, y estaban unidos tanto por su formación y trayectoria como por relaciones familiares y de amistad. 

Si hace unos meses la Sala Alcalá 31 de la comunidad de Madrid se propuso asumir la labor de revisar el legado de Amalia Avia, bajo el comisariado de Estrella de Diego, en una exposición que fue casi un inventario de un Madrid ya desaparecido, ahora es el Museo Thyssen Bornemisza quien por medio de la comisaria Leticia de Cos Martín, ha conseguido reunir una sólida muestra de las obras de Isabel Quintanilla, noventa en total, para realizar una exposición monográfica de una de las figuras fundamentales del realismo contemporáneo. La muestra incluye sus pinturas y dibujos más sobresalientes, muchos de los cuales no se han visto nunca en España ya que pertenecen a museos y colecciones de Alemania, donde tuvo gran éxito y reconocimiento en las décadas de 1970 y 1980.  

Jardín, Isabel Quintanilla

La pintura de Isabel Quintanilla es el resultado de un dominio rotundo de la técnica y de un oficio adquirido en distintas escuelas, pero, sobre todo, de un trabajo continuado en el tiempo. La artista se refería con frecuencia a la lucha constante que supone resolver los problemas que la pintura plantea a todo el que quiere valerse de ella para experimentar la realidad de otra manera.


La exposición propone un recorrido por el universo de la pintora, protagonizado por sus objetos personales y por la intimidad de sus viviendas y talleres. Pero estos ambientes y elementos cotidianos forman parte, a su vez, del imaginario colectivo, por lo que apelan directamente a las emociones del espectador, un objetivo que la artista siempre tuvo presente.

Quintanilla empieza a pintar muy joven, su madre consciente del talento que ya se apreciaba  en ella desde niña, la apunta a clases en talleres particulares  y de artistas a los 11 años. A los quince consigue aprobar el examen de ingreso en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando. Allí conoce a Antonio López, a Julio y Francisco López y a María Moreno, que está en su mismo curso, y con la que traba una buena amistad. Con apenas 21 años, en 1959 obtiene el título de profesora de Dibujo y Pintura y empieza a dar clases como ayudante en un instituto. Además, expone por primera vez en una muestra colectiva organizada por la Fundación Rodríguez Acosta de Granada.

En 1960 se casa con Francisco López y se trasladan a Roma durante cuatro años, ya que el escultor ha obtenido el Gran Premio de Arte de la Academia de Bellas Artes para formarse en Italia. Tras su estadía en el Lacio y viajan por Europa donde se relacionan con otros artistas y  tras su regreso a España, Isabel retoma la docencia al tiempo que continúa pintando y en 1966 protagoniza una exposición en la galería Edurne de Madrid con obras realizadas en su mayoría en Roma, en la que vende casi todo lo expuesto.  

Escultura de Isabel quintanilla realizada por Francisco López

Pero es en Alemania donde Isabel Quintanilla logra su mayor reconocimiento. En 1970 Isabel Quintanilla conoce a Ernest Wuthenow, coleccionista y socio fundador de la Galería Juana Mordó de Madrid, encargado, además, de la promoción de sus artistas en el extranjero. Junto a los galeristas Hans Brockstedt y Herbert Meyer-Ellinger, consigue exponer su obra por toda Alemania durante las décadas de 1970 y 1980, en muestras colectivas como Arte después de la realidad: un nuevo realismo en América y Europa, en Hanover (1974), y la Documenta 6 de Kassel (1977), y en exposiciones individuales en Fráncfort, Hamburgo y Darmstadt, entre otras ciudades alemanas, y es en este país en el que vende gran parte de su producción.  


En España, participa en la gran muestra de la Fundación Marcelino Bon, Otra realidad: compañeros en Madrid (1992); en Santander, expone en el Museo de Bellas  Artes da Coruña junto a Amalia Avia y María Moreno (2005) y concurre en una colectiva  en el Museo del Prado (2007). En 1996, el Centro Cultural Conde Duque de Madrid le dedica una antológica y la madrileña Galería Leandro Navarro, una monográfica.

Quintanilla pintando

En la presente muestra podemos ver un recorrido por las distintas etapas de su pintura, desde sus obras más tempranas como La lamparilla (1956), en la que se observan elementos que la acompañarán a lo largo de su carrera, como la selección de pequeños objetos cotidianos que representa de frente y en un plano algo elevado, hasta aquellas obras que representan la profesión  de su madre a través de una serie de objetos, la máquina de escribir, un dedal, tijeras. También son representativos de la obra de Quintanilla, los rincones de su casa, tanto en interior como en el exterior y la ausencia de sujetos. Es poco habitual que pinte personas porque ella piensa que el vacío que se da sin ellos propicia la imaginación del observador. 

En una de las salas de la muestra se realiza un pequeño homenaje a sus compañeras del grupo de realistas incluyendo varios lienzos de Amalia Avia, María Moreno y Esperanza Prada. 

En general nos encontramos ante una muestra muy acertada y necesaria que pone de relieve que en España también tuvimos pintoras realistas que merece la pena conocer más a  fondo.  

La exposición permanecerá abierta al público hasta el 2 de junio y los sábados por la noche de 21:00 a 23:00 h. podrá visitarse gratuitamente gracias al patrocinio de la marca japonesa UNIQLO. 

viernes, 3 de noviembre de 2023

MAESTRAS LA EXPOSICIÓN DEL THYSEN QUE DEVUELVE LA VISIBILIDAD A LAS MUJERES PINTORAS

En el palco, 1904-1907 Helene Funke

Artemisia Gentileschi, Angelica Kauffmann, Clara Peeters, Rosa Bonheur, Mary Cassatt, Berthe Morisot, María Blanchard, Natalia Goncharova, Sonia Delaunay o Maruja Mallo fueron artistas célebres en su tiempo que hoy vuelven a ser reconocidas como maestras, en contestación al borrado en la historia del arte que sufrieron junto a otras menos conocidas que rompieron moldes con obras de indudable excelencia.

El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza presenta Maestras, una exposición comisariada por Rocío de la Villa desde una perspectiva feminista, con un centenar de piezas entre pinturas, esculturas, obras sobre papel y textiles, que ofrece un recorrido por las contribuciones artísticas de creadoras, desde finales del siglo XVI a las primeras décadas del siglo XX, a través de ocho escenas relevantes en el camino de las mujeres hacia su emancipación. Partiendo de la noción actual de sororidad, la muestra focaliza grupos de artistas, mecenas y galeristas que compartieron valores y condiciones socioculturales y teóricas favorables, pese al sistema patriarcal. La conjunción de periodos históricos, géneros artísticos y temas es el eje principal sobre el que se vertebra el proyecto, evidenciando cómo estas artistas abordaron cuestiones candentes en su época, tomaron posición y aportaron nuevas iconografías y miradas alternativas. La exposición es la primera gran muestra enmarcada en el proceso de redefinición feminista que el Museo Thyssen está realizando en los últimos años, y cuenta con la colaboración de la Comunidad de Madrid y el patrocinio de Carolina Herrera. Tras su presentación en Madrid, una versión reducida de la muestra podrá verse en el Arp Museum Bahnhof Rolandseck de Remagen (Alemania).


Maestras es una exposición de autoras mujeres que representan a mujeres y sus intereses. Artistas que fueron en su época académicas, reclamadas por mecenas y coleccionistas, partícipes en asociaciones de artistas mujeres, receptoras de los más altos reconocimientos y protagonistas de grandes exposiciones. Mujeres cultas, curiosas, viajeras, cosmopolitas, comprometidas… En ocasiones, contaron también con el respaldo y apoyo de sus maestros, compañeros, maridos, hermanos o marchantes.


1. Sororidad I. La causa delle donne

Versión italiana de la querelle des femmes, el título de este primer capítulo nos remite al debate literario y académico que tuvo lugar en Europa, desde finales del siglo XIV y hasta la Revolución francesa, en defensa de la capacidad intelectual y el derecho de las mujeres al acceso al conocimiento y la política frente a la misoginia. En la exposición, este debate se muestra a través de la producción de algunas artistas del norte de Italia, desde finales del siglo XVI y buena parte del XVII, inscritas en botteghe familiares y beneficiadas por un clima sociopolítico y teorías del arte favorables para las mujeres en los Estados Pontificios. Las obras reunidas en esta primera sección son representaciones que narran la historia de figuras bíblicas femeninas y heroínas de la Antigüedad; mujeres fuertes que triunfan por su virtud, que son símbolo de la victoria femenina sobre la violencia de género y los agravios a las mujeres en la época. Judit con la cabeza de Holofernes (1600), de Lavinia Fontana; Judit y su criada (1618-1619) y Susana y los viejos (1623), de Artemisia Gentileschi; y Porcia hiriéndose en el muslo (1664), de Elisabetta Sirani, son algunas de las obras destacadas.


2. Botánicas, conocedoras de maravillas

La revolución científica fue el inicio del ocaso de la tradición del conocimiento botánico, biológico y médico de las mujeres, con la persecución de las brujas como telón de fondo. En este apartado se indaga en el papel de las artistas en el surgimiento y esplendor del género de la naturaleza muerta y una posible genealogía femenina en torno al subgénero del bodegón con insectos, fruto de una concepción ecológica no mecanicista a cargo de artistas-científicas, como la alemana Maria Sibylla Merian. Su obra se presenta en la sala junto a la de otras pintoras italianas y centroeuropeas del siglo XVII, como Fede Galizia, Giovanna Garzoni o Clara Peeters, y francesas y británicas como Louise Moillon o Mary Beale. Un conjunto de pinturas que no solo muestran el virtuosismo alcanzado por estas artistas, sino también su capacidad de observación y sus conocimientos científicos.


3. Ilustradas y académicas

La Ilustración en Francia fue la época de las salonnières - anfitrionas de reuniones culturales y artísticas, muchas de ellas convertidas en auténticas mecenas y participantes activas del debate cultural - y su compañerismo con intelectuales y artistas. Además, el mecenazgo de María Antonieta y las Mesdames tuvo una gran influencia para el reconocimiento, incluso académico, del valor de la producción artística femenina, que se centró en el género del retrato, tanto en pintura como escultura, en pintura de género y en escenas neoclásicas, mostrando una pluralidad de roles femeninos de intenso acento teatral. Lo vemos a través de la obra de creadoras británicas, francesas y españolas de antes y después de la Revolución francesa (1770-1850), como Angelica Kauffmann, Adélaïde Labille-Guiard, Louise-Élisabeth Vigée-Le Brun o Victoria Martín Barhié, entre otras. Un protagonismo que acabaría con la expulsión de las académicas a partir de la reforma de Bonaparte en Francia (1804), por el que las mujeres son definitivamente excluidas de muchos derechos, además del de la ciudadanía tras la fallida Revolución. Un modelo excluyente que llegaría a imponerse también en España y el resto de Europa.


4. Orientalismo/ Costumbrismo

Durante la segunda mitad del siglo XIX, en pleno periodo colonial, los estilos orientalista y costumbrista alcanzaron una gran popularidad y fueron muchos los artistas atraídos tanto por lo lejano y exótico como por lo autóctono y lo rural. En esta sección se pone en valor la contribución de artistas mujeres al orientalismo y al costumbrismo mostrando cómo, frente al punto de vista masculino, patriarcal, e incluso del ‘voyeur’ colonial, ellas aportaron experiencias de proximidad con otras mujeres no occidentales, dotando de dignidad a los temas y sujetos representados. Lo vemos en la obra de artistas francesas, estadounidenses y españolas de entre finales del siglo XVIII y la primera década del siglo XX en las que confluyen ambos estilos, como Rosa Bonheur y su fascinación por el exotismo de la cultura española, o la renombrada pintora orientalista Henriette Browne, que cultivó el orientalismo en sus viajes a países musulmanes, también Mary Cassatt al inicio de su carrera en Sevilla y artistas españolas como Alejandrina Gessler de Lacroix, Elena Brockmann de Llanos y María Blanchard.


5. Trabajos, cuidados

Excluidas de las Academias oficiales, en París, mujeres procedentes de toda Europa y América estudian en escuelas privadas segregadas y, con el telón de fondo de las reivindicaciones feministas, fundan las primeras asociaciones de artistas mujeres y el Pabellón de la Mujer en la Exposición Colombina Mundial de Chicago, en 1893. En este capítulo se reúnen ejemplos del realismo y del idealismo romántico y político de las artistas, con sus representaciones de mujeres trabajadoras, tanto en tareas tradicionales como en diversos oficios y profesiones, abarcando el periodo de 1860 a las primeras décadas del siglo XX. A diferencia de las figuras con frecuencia aisladas y encerradas en su trabajo representadas por artistas varones, las trabajadoras retratadas por mujeres nunca están solas e interactúan entre sí, subrayando en sus obras los lazos de compañerismo. Las lavanderas (1882) de Marie-Louise Petiet, El cerezo (1891) de Berthe Morisot, Las amas de casa (1905) de Lluïsa Vidal o La zapatería (h. 1911) de Elizabeth Sparhawk-Jones son algunos de los magníficos ejemplos que ilustran este capítulo.


6. Nuevas maternidades

El tema de la maternidad ha sido uno de los más representados en la historia del arte. Sin embargo, no será hasta el final del siglo XIX cuando las artistas comiencen a plasmar los sentimientos de las mujeres acerca de su propia maternidad, al margen y frente al discurso patriarcal del “ángel del hogar”. Desayuno en la cama (1897) de Mary Cassatt, Ver Sacrum (Autorretrato con su hijo Peter) (1901) de Elena Luksch-Makowsky, Maternidad, media figura (1906) de Paula Modersohn-Becker, Marie Coca y su hija Gilberte (1913) de Suzanne Valadon o Maternidad (1932) de Tamara de Lempicka son algunas de las piezas excepcionales reunidas en esta sección, que incluye también esculturas de Käthe Kollwitz y Emy Roeder.


7. Sororidad II. Complicidades

A partir de la familiaridad de las artistas con compañeros del entorno impresionista, en las últimas décadas del siglo XIX y principios del XX abundan las representaciones de amigas en dúos, tríos o grupos en situaciones de complicidad, de estudio o de ocio compartidos. Son espacios y momentos en común en los que no pasa nada, pero precisamente ahí radica su interés, ofreciendo múltiples variaciones de una iconografía inédita: la amistad entre mujeres. Se muestran aquí obras de maestras europeas y americanas de entre 1880 y los años veinte, entre ellas, Las hermanas (1869) de Berthe Morisot, Tres mujeres con sombrillas (Las tres gracias) (h. 1880) de Marie Bracquemond, Confidencias crepusculares (1888) de Cecilia Beaux o El ramo (1925) de Lola Anglada.


8. Emancipadas

Entre 1900 y 1937, mientras se consigue el sufragio femenino en la mayoría de los países occidentales, las artistas más avanzadas del momento continúan abordando iconografías que subrayan la complicidad entre mujeres y sus aportaciones distintivas en los nuevos lenguajes vanguardistas. Fueron muchas las que participaron activamente en los movimientos artísticos de vanguardia, artistas reconocidas que triunfaron en vida y que fueron modelo de fuerza, compromiso, vitalidad, creatividad e independencia, pero que, tras su muerte o a raíz de acontecimientos históricos como la Segunda Guerra Mundial o, en el caso de España, la dictadura franquista, serían eliminadas de la historia y de los museos. Camille Claudel, Jacqueline Marval, Helene Funke, Natalia Goncharova, Frida Kahlo, Ángeles Santos o Maruja Mallo son algunas de las grandes maestras cuya obra se expone en esta última sección.


Del 31 de octubre de 2023 al 4 de febrero de 2024

Comisaria: Rocío de la Villa

Publicaciones: Catálogo con textos de Rocío de la Villa, Marta Mantecón, Haizea Barcenilla y Ana Martínez-Collado.