Una de las cosas más
agradables de las que disponemos en la vida, es la de poder charlar con los
amigos sobre temas que nos interesan mientras degustamos un café o una cerveza,
o cualquier otra cosa que nos apetezca.
Hace unos días tuve la
suerte de poder disfrutar de uno de esos momentos y decidí que era una buena
ocasión para poner en marcha una nueva sección en La Mirada Fotográfica a la
que llevaba tiempo dando vueltas. Ya que tengo la suerte de tener amigos
relacionados de una u otra forma con el mundo de la fotografía, ¿Por qué no
publicar una serie de entrevistas? Y claro, ellos y ellas que son muy buena
gente, me dejan hacer.
El lugar elegido para esta
primera entrega fue el café El Espejo, aprovechando la cercanía a la sala de
exposiciones de Mapfre en la que aún se puede visitar la muestra de Garry
Winogrand por la que nos pasamos primero. La víctima, Antonio Graell, ese
personaje de barba larga y aspecto bonachón que utiliza la cámara fotográfica
como si empuñara un pincel, dejando sobre el papel improntas de claroscuro y de tenebrismo a la manera de los pintores flamencos
e italianos del Cinquecento, o de su máximo exponente, Caravaggio. La
diferencia reside en que Graell lo hace para plasmar cuerpos desnudos,
fotografía erótica y fetichista, con una estética y una plasticidad que alejan
al espectador de cualquier conato de vulgaridad.
¿Quién
es Antonio Graell?
¡Uy! Un tío muy raro, un tío
que descubrió la fotografía a los dieciséis años, durante un viaje de
intercambio deportivo a través de Barcelona y París hacia Holanda, con una
cámara telemétrica prestada por mi padre. Y algo debí de hacer bien porque a la
vuelta, cuando mis padres vieron las fotos que había hecho, no sé si porque les
gustaron o porque mis logros académicos no eran muy buenos, me propusieron
estudiar fotografía. Yo acepté, no con gran entusiasmo, y a día de hoy creo que fue la mejor decisión
que podía haber tomado.
¿Cuándo
y cómo te inicias en el mundo profesional?
Pues yo diría que más o
menos a mediados de los ochenta. Fue un poco a modo de complemento de otros
trabajos y actividades. Empecé haciendo fotografía social, ya sabes bodas,
comuniones, convenciones. Luego me fui introduciendo en el mundo de la
publicidad, sobre todo para catálogos. Creo que ahí fue donde comencé a
interesarme por la iluminación. Aunque no lo parezca la iluminación de los
productos puede resultar bastante compleja y entenderla es fundamental para
resaltar la calidad de los artículos y para incitar al consumidor a comprarlos.
¿Qué
tiene de especial tu iluminación?
A mí siempre me ha gustado
el cine, especialmente el cine negro y de terror que se realizaba en los años cuarenta en Hollywood y el expresionismo
alemán de los años veinte. Creo que parte de mis primeros planteamientos
llegaron de allí. Luego con el tiempo empecé a experimentar otros métodos menos
convencionales. Me encanta por ejemplo la calidez que produce en las imágenes
la llama de las velas, el fuego en general, la luz indirecta, en fin todo
aquello que se aparta un poco de los cánones establecidos.
¿Cómo
se pasa de hacer bodas y bautizos a convertirse en uno de los más reconocidos
fotógrafos españoles del erotismo?
Pues un poco por casualidad
y otro poco porque el tema me interesaba. Yo había realizado algunas sesiones fotográficas sobre fetichismo con Beatriz, mi pareja y ayudante, con el BDSM como fondo. En los noventa la búsqueda de fantasías eróticas y la
experimentación sexual alternativa estaban muy en boga y resultaban muy atractivas visualmente.
Un día le enseñé las fotos a
Jose María Ponce Berenguer, que además de periodista y editor gráfico de varias
revistas, por aquel entonces dirigía el FICEB, (Festival Internacional de Cine
Erótico de Barcelona), y cuando las vio me dijo que si realizábamos un
reportaje en esa línea que podía ayudarnos a exponer.
¿Tú
ya habías trabajado en ese campo?
Había trabajado como
ayudante de otro fotógrafo para la realización de una portada de Interviu, pero en solitario no y la
verdad es que cuando acepté meterme en aquel proyecto iba un poco a ciegas.
Empezamos a contactar con gente corriente que quisiera participar, ya que no disponíamos
de presupuesto para modelos, y logramos que varias personas se interesaran por
el planteamiento que les expusimos. Un bombero, un chico que tenía un gimnasio, una modelo que se estaba iniciando y
que nunca había hecho lencería ni nada por el estilo, y así empezamos a
trabajar.
En sólo unos meses
realizamos 45 fotografías que fueron expuestas en Barcelona con el nombre de “En La Frontera” y que obtuvieron un gran
éxito tanto por parte del público como por parte de la crítica.
Esta exposición formo parte
también de PhotoEspaña 2009 y estuvo presente en la Semana de Cine Fantástico y
de Terror de San Sebastián y en la Real Sociedad Fotográfica de Madrid.
Ese
fue el pistoletazo de salida ¿Y después?
Gracias a la buena prensa de
la exposición empecé a colaborar con varias revistas del sector, como “LIB”,
donde desde el principio me permitieron desarrollar mi trabajo con total
libertad y mostrar mi faceta más personal como fotógrafo. También hice una
portada para una revista sobre BDSM que empezaba su trayectoria en aquel
momento y que se llamó “Club Cuero”.
¿Cuál
es en este momento la situación de la fotografía erótica?
La verdad es que no está en
su mejor momento. Ahora todo es muy igual, se siguen realizando fotografías de
desnudos pero no existe una tendencia claramente erótica. Si nos apartamos de
un mercado muy específico de revistas o webs, en las que todo es sota, caballo
y rey, no hay grandes fotógrafos interesados en el tema.
Yo recuerdo el trabajo de
Irina Ionesco de los años 70, o el de Newton en el que el erotismo estaba muy
presente pero había mucho más. La calidad de las imágenes sobrepasaba el peso
del desnudo, instándonos a despertar la imaginación. En aquella época el
erotismo era muy fuerte pero muy cuidado.
¿Quizás
esa falta de entusiasmo pueda venir dada porque en algún momento pudo llegar a
confundirse erotismo y pornografía?
No, no lo creo. Yo pienso
que esa diferencia siempre ha estado muy clara.
¿Y
dónde está el límite?, ¿Qué línea separa visual y fotográficamente ambas
disciplinas?
Yo creo que eso depende en
gran medida del espectador, de la intención del autor y también por supuesto
depende del medio en donde se visualice la imagen. Tenemos ejemplos muy claros,
fotografías expuestas en algunas de las galerías o museos más importantes del
mundo han sido censuradas en medios sociales como Facebook por considerarlas
impropias. Así que no podemos hablar de una línea, sería más bien una franja
algo ambigua, en la que se mueven las distintas maneras de interpretar del
público que contempla la obra.
Nosotros a nuestra primera
exposición “En la Frontera”, le dimos
ese nombre precisamente por eso, porque pensábamos que estaba en esa franja que
se mueve entre uno y otro terreno.
Hablábamos
al principio de lo importante que es para ti la luz y de cómo en distintos
momentos has jugado con diferentes tipos de iluminación. Sabemos que estás a
punto de presentar un nuevo trabajo en el que con tu habitual maestría has
incluso creado las fuentes de iluminación que has empleado para realizar las
imágenes ¿Nos cuentas un poco de que va este proyecto?
Es cierto que me preocupa
muchísimo la luz, incluso a veces cuando me paro ante un quiosco de prensa y
veo juntas cuatro o cinco portadas de revistas, no puedo dejar de pensar que en
realidad sólo cambia la modelo y el vestido pero que por lo demás estoy viendo
la misma fotografía.
Hace algunos años, cuando
creí que mi trabajo en el campo del erotismo ya había sido ampliamente
desarrollado, empecé a buscar una forma de evolucionar y otros medios en los que desenvolverme. Eso dio
paso a uno de mis proyectos más radicales, “La
Halurización del Pixel”, que consiste básicamente en usar el monitor del
ordenador como un negativo “digital” a través del cual realizar la copia en
papel fotográfico, me refiero al clásico papel de la fotografía analógica, el que
lleva usándose desde hace cerca de un siglo. Poniendo este papel en contacto
directo con el monitor y usando la luz del monitor se impresiona la emulsión del
papel y se crea la imagen final. Aunque pueda parecer algo muy raro, lo cierto
es que los resultados son muy potentes.
Tras ese proyecto fui
haciendo pruebas con distintos tipos de fuego, de manera que el mismo formara
parte integra de la imagen, no sólo como iluminación sino como parte activa de
la escena que interactuase con los modelos. Así nació “Light-Fire”.
Y ahora, el próximo día 22
de mayo voy a presentar mi último trabajo realizado, que me ha llevado dos años
de pruebas e investigaciones, y que se llama “Light Hands”, en el Auditorio del Centro Internacional de Prensa
de Madrid. Y aunque no pienso revelar mucho, quiero que vayas a verlo, te diré
que se trata de una serie de retratos en los que por supuesto la iluminación es
coprotagonista de los mismos, casi tanto como los modelos.
Esta exposición forma parte
de una trilogía, que empezó con “Light-Fire”
y que espero concluir dentro de algún tiempo con un nuevo proyecto que aún está
en mantillas y que se llamará “Black
Light”.
Y
por último, como estamos llegando al final, me gustaría que dejando a un lado
tu trabajo me dieras tu opinión sobre como ves en este momento la fotografía en
general.
A nivel laboral para
trabajar en medios la veo hecha una pena, a nivel artístico o de trabajo
personal creo que hay gente que está haciendo cosas muy interesantes, gente que
está haciendo lo mismo que siempre y después hay un sector que no me gusta nada
y es que se está llamando fotografía a demasiadas cosas, y aunque la fotografía
esté dentro de ellas tal vez deberíamos ser más honrados y dejar las cosas
claras, vamos que algunos autores deberían decir, “ yo no hago fotografía, yo
utilizo la fotografía para hacer algo diferente”. A lo mejor ese algo es
incluso superior a la fotografía, pero desde luego no es fotografía.
Las fotos de Antonio Graell nunca te dejan indiferente. Transmiten y te transportan. Todo un maestro fotografo
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