Cabecera La Mirada Fotográfica

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miércoles, 12 de junio de 2024

LOS BARRIOS DE JAVIER CAMPANO

 


La Sala El Águila de la Comunidad de Madrid alberga una nueva exposición que ilumina el archivo inédito del fotógrafo Javier Campano, centrado en el paisaje urbano y la vida en los barrios del Madrid de finales de los años setenta. Esta muestra, que forma parte de la presente edición de PHotoESPAÑA,  abarca obras realizadas entre 1976 y 1980, ofreciendo un retrato fiel de una ciudad en plena expansión y transformación. Es ésta una parte de la obra de Campano  que nos trae un retrato de una ciudad que empezaba a ensanchar sus fronteras y daba cabida cada vez más, a gentes que llegaban de otras provincias pero también permitía a algunas familias ya asentadas dentro de la capital a acceder a una vivienda en propiedad por primera vez.

Hortaleza, 1978 © Javier Campano

La Vaguada, 1978 © Javier Campano

A finales de los setenta, Madrid experimentaba cambios significativos en múltiples frentes. La ciudad no solo se adaptaba a la transición política, sino también a una transición urbanística y social. El flujo constante de personas de otras provincias y el crecimiento demográfico de la década anterior planteaban retos y oportunidades para la capital. Javier Campano, nacido en Madrid en 1950, capturó magistralmente estos momentos de cambio. Sus fotografías documentan una ciudad que crecía y se transformaba, marcada por contrastes y problemas urbanísticos derivados del éxodo rural y un desarrollo constructivo sin precedentes.

Entrevías, 1978 © Javier Campano

En este periodo de cambio, las asociaciones de vecinos jugaron un papel crucial. Lucharon por el derecho a una vivienda digna y por la mejora de los equipamientos en los barrios periféricos. Sus esfuerzos transformaron radicalmente los planes de remodelación y urbanización de la ciudad. Campano, un fotógrafo autodidacta que comenzó su carrera en 1975, se involucró profundamente en estos movimientos. Formó parte de la escuela madrileña Photocentro y de la revista Nueva Lente, siendo su primer encargo fotográfico la exposición "El Racionalismo madrileño" en 1976.

Hortaleza, 1979 © Javier Campano

Chamartín, 1980 © Javierr Campano

Junto a Rafael Zarza, Campano creó el equipo audiovisual Ojo Móvil. Este equipo se dedicó a documentar y visibilizar altruistamente las condiciones de vida y los problemas que enfrentaban los barrios de la periferia. A través de su lente, Campano ofreció una visión aguda y elegante de una ciudad en plena transformación. Sus imágenes capturan la esencia de un Madrid en el que convivían grandes bloques de ladrillo con infraviviendas autoconstruidas, reflejando la aspiración de sus habitantes a una vida mejor.


Campano no se limitó a ser un mero observador; se sumergió en la vida cotidiana de los barrios madrileños, conectando con sus habitantes y documentando sus luchas y esperanzas. Los niños jugando en improvisadas canchas de fútbol, los huertos y los burros, y la omnipresencia de los bloques de ladrillo rojo, crean una atmósfera que él mismo describió como “irreal y poética”. Sus fotografías, en blanco y negro, ofrecen una narrativa visual poderosa sobre la transición urbana de Madrid en los setenta y ochenta.


La exposición, comisariada por Ana Berruguete y abierta hasta el 8 de septiembre, es un homenaje a una generación y una época. Muchos de los que estábamos ayer en la presentación de la exposición, nos hemos criado en alguno de esos barrios que ahora cuelgan de las paredes de la Sala el Águila y para nosotros, como afirma Mariano de Paco, consejero de Cultura, Turismo y Deporte de la Comunidad de Madrid, la vida de barrio forma parte de nuestra memoria visual colectiva.  El archivo de Campano no solo es un testimonio de su época, sino también un legado vivo que sigue resonando en la actualidad.

Ana Berruguete, Javier Campano y Mariano de Paco © C. Meléndez

La exposición de Javier Campano en la Sala El Águila nos invita a un viaje en el tiempo, a redescubrir una Madrid que se debate entre la modernidad y la tradición, y a reconocer en sus imágenes la esencia de una ciudad y su gente. Es una oportunidad única para apreciar el trabajo de un fotógrafo que supo capturar la vida y el alma de los barrios madrileños en un momento crucial de su historia.


Fotos de Sala © C. Meléndez










miércoles, 8 de junio de 2022

CATALÁ ROCA HACE DOBLETE EN PHOTOESPAÑA

 

Reloj de la puerta del Sol, 1952 © Catalá Roca

En un año clave para uno de los más grandes documentalistas de la fotografía española el Festival PHotoEspaña le rinde homenaje doblemente. Por un lado la galería Tiempos Modernos celebra el centenario del nacimiento del genial fotógrafo a través de una nueva mirada sobre la obra del artista. La muestra 100 años de Català-Roca. Dobles parejas, presenta las dos caras del fotógrafo de Tarragona: algunas de sus grandes imágenes, como la celebérrima imagen de las señoritas de la Gran Vía (tal vez el gran icono de la fotografía española) con otras mucho menos conocidas y alejadas de lo que podría ser el “estilo” Català. Porque la realidad es que la obra de Català muestra a un artista que abarcó todos los registros de la fotografía y supo documentar el momento histórico que vivió desde muchos puntos de vista.

Segadores de la provincia de Cuenca, 1955 © Catalá Roca

Barrio Chino, 1953 © Catalá Roca

Dobles Parejas muestra esa doble mirada en la que se descubre al autor o en la que el autor sorprende y demuestra que detrás del Català-Roca que conocemos hay un fotógrafo mucho más rico, más diverso y más modernos. Un intelectual que supo retratar la España que se iba y la que llegaba a mediados del siglo pasado, como nadie.

Esta exposición, que ha sido comisariada por Carmen Palacios permanecerá abierta al público en la sede de la galería, calle Arrieta número 17 de Madrid, hasta el 31 de julio. 

Baños de la San Sebastián en la Barceloneta, 1952 © Catalá Roca

Por otro lado la Comunidad de Madrid homenajea al autor en las dependencias de la Sala El Águila (calle Ramírez de Prado, 3), con una exposición que lleva por título La Lucidez de la Mirada y que podrá visitarse hasta el próximo 18 de septiembre. Se trata de un merecido homenaje que reivindica al artista como una de las figuras fundamentales de la fotografía humanista documental de la posguerra española, padre de la generación que renovó el lenguaje fotográfico y un referente para la generación posterior. Como señala Joan Fontcuberta, se trata seguramente del “fotógrafo español del siglo XX más completo y de mayor repercusión entre sus coetáneos.”

La muestra, comisariada por Oliva María Rubio, es una selección de 81 imágenes del autor procedentes de los fondos del Archivo fotográfico del Col-legi d’Arquitectes de Catalunya.  

Oliva María Rubio y Marta Rivera de la Cruz (Consejera de Cultura de la Comunidad de Madrid

Francesc Català-Roca es una referencia de la Historia visual de España. El artista fue capaz de retratar con su particular mirada a las gentes, la cultura, las tradiciones y modos de vida de un país que empezaba a recuperarse de los estragos de la guerra y se volcaba en el deseado cambio económico y el desarrollismo. Las instantáneas del fotógrafo catalán convierten al espectador en testigo de una época, de una España en blanco y negro.

Junto a las imágenes míticas de la Gran Vía o el Metro de Madrid y los retratos de figuras como Salvador Dalí o Joan Miró, la exposición nos acerca a otras desconocidas e inéditas como algunas familiares o las realizadas en color durante su estancia en Nueva York.  




El estilo personal de Català-Roca se consolida en los años 50, distinguiéndose por una mirada propia que se manifiesta en el manejo de la posición de la cámara con encuadres precisos que evitan la frontalidad; la utilización de picados y contrapicados; el dominio de la luz y del claroscuro; la búsqueda del equilibrio y la introducción del dinamismo. 
 
Su trabajo, multidisciplinar, no se reduce a la fotografía documental humanista, sino que también desarrolla un importante corpus de la dedicada a la arquitectura, retratos, industrial, cerámica y artesanía, arte, así como numerosos documentales entre los que destacan La ciudad condal en otoño (1951), Piedras vivas (1952) o Salineros de Ibiza (1954).  
 

A partir de los años setenta, centra su creación e investigación en la realizada en color, que concibe como un nuevo idioma y una forma necesaria y natural, aunque nunca abandona por completo el trabajo en blanco y negro.