Gabriele Münter es quizás una gran desconocida para muchos de nosotros a pesar de que fue una de las fundadoras del movimiento Der Blaue Reiter (El Jinete Azul en español), que fue el nombre de un grupo de artistas expresionistas, fundado por Vasili Kandinski y Franz Marc en Múnich en 1911 que transformó el expresionismo alemán. También formaron parte del grupo, entre otros, August Macke, Alexei von Jawlensky, Marianne von Werefkin y Paul Klee. A todos ellos les unía su interés común por el Arte medieval y primitivo, así como los movimientos coetáneos del fovismo y el cubismo.
En España, únicamente el Museo Thyssen-Bornemisza, que posee en su colección cuatro obras de la artista, ha expuesto alguna de las pinturas de la misma y ahora nos ofrece una completa retrospectiva que podrá visitarse hasta el 9 de febrero de 2025.
La exposición es fruto de un proyecto de colaboración del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza con The Gabriele Münter and Johannes Eichner Foundation y la Städtische Galerie am Lenbachhaus und Kunstbau de Múnich y cuenta con el apoyo de la Comunidad de Madrid y de la Art Foundation Mentor Lucerne. Tras su paso por Madrid, se presentará en el Musée d’Art Moderne de París.
A través de 145 pinturas, dibujos, grabados y fotografías, esta exposición se propone descubrir no solo su trabajo y la riqueza de su obra, sino también a una artista que se rebeló contra las limitaciones que se cernían sobre las mujeres de su época y que consiguió convertirse en una de las figuras sobresalientes del expresionismo alemán a comienzos del siglo XX. A lo largo de su extensa carrera, Münter demostró en numerosas ocasiones su capacidad de adaptación, su incansable deseo de experimentación y su falta de prejuicios ante lo nuevo o diferente. En sus pinturas, de líneas precisas y colores intensos, la artista sumerge al espectador en su mundo privado y, con su aguda mirada, presenta a amigos, amantes, objetos cotidianos, paisajes, o a ella misma, reducidos a su esencia. Y aunque cuando hablamos de expresionismo tendemos a pensar en lo apocalíptico, Gariele no es una pintora dramática sino que por el contrario nos encontramos con una pintora lírica que en sus obras canta al campo, a las casas de los campesinos, a los lugareños.
Esta mujer de clase media alta, que viajo desde muy joven por diversos países incluido Estados Unidos donde intentó reencontrar sus raíces no duda en utilizar otros instrumentos además de la pintura para capturar la esencia de los lugares que visita. Así en su búsqueda de identidad por tierras americanas a finales del siglo XIX, llevó consigo una cámara Kodak Bull’s eye, que apenas habían empezado a comercializarse una década antes de la llegada de Gabriele Münter a Estados Unidos. Este instrumento no solo le sirve para captura imágenes sino que además es un soporte para convertir dichas imágenes en pinceladas que impregnarán sus lienzos.
También entre los años 1904 y 1908 viajó con el que fuera su compañero de profesión y de vida en aquel momento Vasili Vasílievich Kandinski, por África y por Europa, estableciendo su residencia en París durante un par de años. Fue allí donde Münter vio los cuadros de Henri Matisse y otros fauvistas, lo que cambió su estilo a largo plazo. A partir de 1908 su forma de ver es diferente, el color se libera, las formas se sintetizan y se aplanan, de alguna forma todo se simplifica. Münter comienza a desarrollar un estilo abstracto propio, con brillantes colores sin mezclar, formas fuertes, todo delineado por oscuras líneas de separación.
En 1909 Münter compró una casa en Murnau am Staffelsee, donde pasó los veranos con Kandinsky y donde recibieron a numerosos artistas del vanguardismo muniqués como Alexei von Jawlensky, Marianne von Werefkin, Franz Marc, August Macke y el compositor Arnold Schönberg. Münter y Kandinsky vivieron juntos hasta que durante la Primera Guerra Mundial Kandinsky se vio forzado a salir de Alemania por ser ciudadano de una potencia enemiga. Entre 1915 y 1920, Münter vivió en Escandinavia. Su último encuentro con Kandinsky ocurrió en 1916 en Estocolmo.
A partir de 1920 y durante casi una década Münter prácticamente dejo de pintar, aquejada por una fuerte depresión. A su regreso a Alemania su círculo cercano de artistas se había desvanecido, incluyendo a Kandinsky, que había regresado a Rusia durante la guerra e iniciado allí una nueva relación. Sin un domicilio fijo, Münter se centra en esos años en su faceta de dibujante y en retratar a las mujeres libres y emancipadas a las que frecuentaba.
Es en 1932, tras su regreso a su casa en Murnau, donde vivió con el historiador de arte Johannes Eichner, cuando de nuevo vuelve a pintar, aunque ahora su obra consista sobre todo en flores y obras abstractas.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Gabriele Münter escondió más de 80 obras de Kandinsky y otros miembros de Der Blaue Reiter, además de obras propias, salvándolas de la destrucción. Estas pinturas las regaló en 1957, con motivo de su ochenta cumpleaños, a la ciudad de Múnich, donde ahora son exhibidas en la Lenbachhaus, célebre museo alemán. Su casa es hoy en día un museo.
Imágenes de sala: © C. Meléndez