Algunas veces nos basta con
ver una sola imagen, una sola fotografía, para darnos cuenta de que queremos
saber más del autor de la misma. No sólo conocer su trabajo más a fondo, sino
también profundizar un poco en su forma de pensar, de ver, de saber que le
estimula y le lleva a realizar de una manera determinada su labor.
En un mundo como en el que
nos movemos hoy en día, rodeados de ordenadores e información por todas partes,
suele resultar una tarea sencilla. Sólo hay que tener paciencia y bucear en los
entresijos de la red para llegar hasta donde queremos. Sin embargo hay
ocasiones en que nos topamos con un muro y todas las reseñas nos conducen una y
otra vez a las mismas y repetidas palabras. A unas pocas frases, acuñadas en
una mini biografía anodina que poco o nada dice de la persona en la que estamos
interesados.
En el caso de Troy Colby,
poco más he podido encontrar que lo que el mismo cuenta en su página: Que nació
y se crio en una pequeña comunidad agrícola
y rural, que precisamente ese ambiente rural es la fuente de su
inspiración. Que ha estudiado la licenciatura de fotografía artística en la Academia
de Arte de la Universidad de San Francisco y que fotografía desde el corazón.
Quizás eso sea todo lo que
necesitamos saber, quizás nos baste con contemplar sus fotografías para saber
que Troy Colby es un artista con una gran sensibilidad y que los sueños que se
desprenden de sus imágenes y llegan hasta el espectador nos transportan hacia
una especie de espejismo onírico. Disfrutemos pues de dichas imágenes y dejemos
volar nuestra imaginación.
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