© Conchita Meléndez
Hace 17 años Alberto García – Alix y Ángel Haro se conocieron en París en una noche de invierno en casa de un amigo común. Amantes ambos de la luz y de las sombras no tardaron en congeniar y establecer una amistad y un diálogo que se ha prolongado a lo largo de los años transcurridos desde entonces. El tiempo que crea y diluye las sombras y que a su vez invoca un mundo paralelo que puede ser habitado con cierta inquietud, ha sido a su vez factor clave para dar forma a esta exposición comisariada por Begoña Torres para el Museo Lázaro Galdiano de Madrid en la que se establece un cara a cara entre los dos artistas que desde sus respectivas disciplinas, nutridas desde una poética común, nos muestran una video instalación y un collage como cuerpo de trabajo principal en el que se encuentran ambos.
La tarea del arte consiste en explorar los límites de la experiencia, en mostrar la infinita y laberíntica complejidad de lo humano, indagando en la orilla de un abismo arriesgado y también compartido, capaz de conducirnos a zonas de la experiencia a las que, de otra manera y como meros espectadores, nunca hubiéramos tenido la osadía de asomarnos.
Esto es precisamente lo que consiguen llevar a cabo Alix-Haro, Haro-Alix en esta exposición, que además de ser una apuesta muy valiente, es un proyecto de reflexión, una correspondencia estimulante y productiva entre dos artistas, sus maneras de hacer, sus trayectorias, sus dicciones, procedimientos y sus diversas capacidades técnicas.
©José Luis Santalla
No se trata de una confrontación, no es un combate o un duelo, es una simbiosis, un “cara a cara” que genera una intensa y genial complicidad, en la que cada uno cuenta con su propia voz. Aun trabajando desde naturalezas que pueden parecer opuestas y a pesar de ser plenamente conscientes del carácter necesariamente incompleto y solitario de la experiencia creadora, ambos están dispuestos a explorar caminos que no muchos más se atreven a transitar.
©José Luis Santalla
Es también un diálogo entre los diversos lenguajes y medios artísticos (escultura, pintura, fotografía, video, etc.) donde los dos se desprenden de sus conocimientos previos para llegar a una nueva síntesis, a un replanteamiento del hecho artístico, que abordan desde caminos completamente personales y sensibilidades compartidas.
Con el tiempo y la sombra como motivo central, como soporte de su propuesta, son capaces de adentrarse en un terreno que tiene mucho de inexplorado y de búsqueda personal, de tensión dialéctica entre temas tan fascinantes como el doble y el espejo, la realidad y la ficción, el “otro” y el “yo”, la noche y el sueño, la ilusión y el engaño, la memoria y lo inasible, en un juego constante entre diversas iconografías y lenguajes que se entrecruzan y yuxtaponen.
©José Luis Santalla
“Compartimos un diálogo. Nos fusionamos en un latido común y acompasado.
El tiempo asola al tiempo. Lo hace volar, lo ilumina y lo oculta.
Fondo de sombras. Naturaleza de carne y tinta. Espinas y ladrillos.
Un aletear de pájaros…
Un devenir e irse. Una recreación constante.
El tiempo como una máscara.
Lo efímero lo llevamos escrito en el rostro.
Somos salvajes enfrentados a un futuro que nos transmuta.
Alberto García – Alix”
© Conchita Meléndez
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