Hoy los amantes de la naturaleza se sentirán felices si se acercan a visitar El Real Jardín Botánico de Madrid y es que a la maravillosa visión de los recién plantados bulbos de los tulipanes, y a los bellos colores de los Cercis Siliquastrum, para los profanos árboles del amor o árboles de Judás, de las azaleas, las camelias, las rosas y las peonias que pueblan sus veredas se unen las no menos maravillosas naturalezas muertas de Pilar Pequeño en el Pabellón de Villanueva con su exposición Tránsitos.
Ya antes de entrar nos encontramos con una decena de las fotografías colgadas de la fachada en un tamaño considerablemente grade, lo que nos permite disfrutar de cada uno de los detalles que con tanto mimo cuida siempre Pilar. Y es que sus naturalezas muertas están muy vivas, muy llenas de minuciosidad y cuidado a la hora de elaborarlas, de tal manera que se puede apreciar en ellas el entramado de los tejidos, o las nervaduras de las hojas y la delicadeza de las flores con toda precisión y finura. Con su forma de aproximarse a los elementos que componen la naturaleza, la fotógrafa madrileña sumerge al espectador, como a sus plantas, en un mundo donde se respira, se siente y se conecta con la belleza más pura y esencial.
La muestra que se ofrece ahora al espectador es una completa retrospectiva en la que se incluyen imágenes de sus series más representativas. Desde sus primeros trabajos comenzados a elaborar a principio de los años ochenta en blanco y negro con tomas realizadas en el exterior, Invernaderos (1983-1990) y Hojas (1985), serían dos de ellas, hasta el momento actual con las variaciones que ha ido introduciendo a lo largo del tiempo ya que a partir de los años 90, Pequeño lleva las plantas a su estudio, lo que le permite más libertad de creación en la construcción de la escena y la ambientación lumínica, en la que la fotógrafa interviene sobre la luz natural con la utilización de telas y plásticos para matizar, jugar con los encuadres y crear volúmenes.
Frutero de cristal con alcachofas © Pilar Pequeño
También el agua ha sido un elemento recurrente en las creaciones de Pilar Pequeño. En la serie Vasos, las plantas se sumergen en recipientes con agua y las tomas permiten ver los efectos de la luz sobre la transparencia de los vidrios y los reflejos que producen. Lo mismo ocurre con la serie Sumergidas en la que las plantas se iluminan a través del cristal y la propia agua.Dice la comisaria de la exposición Gertrud Gómez, y no le falta razón, que la mirada de Pilar siempre es otra. Por donde ella pasa crecen flores.
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