Cabecera La Mirada Fotográfica

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viernes, 19 de diciembre de 2014

Gotthard Schuh



Gotthard Schuh es uno de los fotógrafos suizos más importantes del pasado siglo XX. Considerado como uno de los pioneros del fotoperiodismo moderno y creador del “Realismo Poético”,  en 1930 abandona una incipiente pero prometedora carrera de pintor para dedicarse en cuerpo y alma a la fotografía. Subyugado por  la revolución estética que tuvo lugar en el mundo de la fotografía a finales de los años veinte y que postulaba una "nueva visión" sobre el floreciente fotoperiodismo descubre una oportunidad para poner en práctica sus ideas plásticas.

Sin embargo, a medida que empieza a trabajar como fotógrafo de prensa, Schuh percibe rápidamente  que no está hecho para seguir los acontecimientos diarios que se suceden en el mundo. Su interés se centra en otros aspectos, el París nocturno, los artistas, los bares y sobre todo las mujeres, a quienes retrata con una extraña mezcla de misterio y erotismo.
En su faceta como periodista llevada a cabo en el período de entreguerras, una época en que todavía no se tenían en cuenta estos aspectos, a Schuh le interesa el encuadre, la luz, la composición. De tal modo que sin perder el objetivo de lo que ocurre en la escena busca al mismo tiempo una armonía estética, consiguiendo con ello darle a la fotografía una dimensión poética y narrativa que en cierto modo la aleja de la mera realidad. 

Gotthard Schuh fue uno de los primeros en considerar la fotografía como un arte en si misma, de tal modo que la expresividad emocional, la densidad de ambientes y la sensibilidad psicológica se convierten en elementos centrales de su fotografía. Convencido de estos hechos decide dedicarse a proyectos cuyo fin en sí  era convertirse en libros, al tiempo que empieza a trabajar como editor en el semanario más importante de Zurich. Allí conoció a Robert Frank, y le publicó sus primeras imágenes. Ambos artistas mantendrían  una gran amistad hasta el final de sus días. 

Viajero inagotable recorre Java, Sumatra, Bali, Singapur y toda la costa asiática retratando la sensualidad de sus mujeres y la cotidianidad intimista de la vida de sus habitantes. Parece querer recoger toda la belleza de un continente en sus imágenes, del mismo modo que anteriormente lo hiciera Gauguin en sus lienzos. Destacan especialmente sus paisajes, en los que rinde tributo a la exuberancia de la naturaleza de las islas, así como las fotografías de fiestas y ritos religiosos. El resultado de los once meses que duró su periplo fue plasmado en un libro, “Islas de los dioses”, que se publícó en 1941.

Su búsqueda incesante de la belleza y su marcado estilo personal en una época en que el trabajo del resto de fotorreporteros se encuentra sumido en el dolor y la devastación de la guerra, sin duda le convierte en alguien muy especial a quien otros jóvenes profesionales no dudan en seguir. Ya en 1938 su fotografía de “Child playing balls”, en Java, recorrió todo el mundo y su trabajo apareció en la  gran exposición The Family of Man, organizada en 1955 por Edward Steichen.

Schuh fue también una figura relevante del Kollegiunm Schweizerischer  Photographen, asociación fundada en 1950 cuyo objetivo fundamental era revalorizar la fotografía como medio subjetivo de expresión artística. A esta institución pertenecieron también algunos de los fotógrafos suizos más importantes de la época, tal como Jacob Tuggener, Werner Bischof, René Groebli o Robert Frank. Todos ellos contribuyeron a la renovación fundamental de la creación fotográfica durante la posguerra.  En 1960 Gotthard Schuh vuelve a la pintura, no sin antes dejar a las próximas generaciones su particular visión del “realismo poético”.









domingo, 2 de noviembre de 2014

Christ Suspect



Christ Suspect es un fotógrafo americano nacido en Filipinas en 1968, pero que reside en Washington DC y San Francisco. Hijo de un diplomático y rebelde por naturaleza, hace treinta años asistió a sus primeros conciertos de bandas de punk, en los que era muy habitual encontrar también grupos de skinheads. Por aquel entonces, confiesa que no tenía ni la cámara ni el valor, él dice las bolas, suficiente para fotografiar a los tipos que se reunían en los locales en los que se celebraban dichos encuentros. Sin embargo siempre ha recordado la energía, la diversión y también el peligro que como un tornado se generaba en aquellos espectáculos. 

Christ trabaja como diseñador multimedia y está especializado en video, live streaming, pod-casting y producción de video. Hace unos años se enganchó a la Street Photography llegando a ser parte de colectivo STRATA y desde hace cuatro años, como si de una asignatura pendiente se tratara, comenzó a visitar de nuevo los clubs para documentar el movimiento punk actual en Washington  DC y Baltimore, que son algunos de los lugares en los que se mueve este tipo de cultura, aunque el movimiento trasciende en ocasiones las fronteras y son muchas las personas que viajan cada año al Damaged City Festival, en donde se dan cita jóvenes llegados de Brasil, Suecia, el Reino Unido o California. 

Suspect ha reunido en un libro algunas de las imágenes que ha ido acumulando a lo largo de estos cuatros años, con la idea de mostrar que a pesar de lo que se pueda crear el movimiento punk está vivo y sigue coleando, aunque en general lo haga en pequeños locales cutres, bares y sótanos. El libro se llama “Suspect Device” y varias de sus fotografías han formado parte de la muestra que Leica ha colgado de sus paredes en su stand de la pasada edición de Photokina en Colonia. 

Sus trabajos como Street Photographer, también han sido publicados en diversos medios, desde el Huffington Post al Washington City Paper y por supuesto están presentes en múltiples webs. Ha participado en Chicago Photographic Society - First Annual Street Photography Contest, en donde recibió una mención de honor y en el Miami Street Photography Festival, entre otros encuentros. 

Yo particularmente prefiero su fotografía de calle, pues si bien las imágenes documentales sobre el movimiento punk son absolutamente correctas, y algunas de ellas muy interesantes,  me da la impresión de que en general carecen de la  fuerza que se supone pretende mostrar el autor. Será que los punks se nos han vuelto muy lights o que nuestras bandas de los 80 tenían más pinta de malotes.










http://suspectdevice.net/

viernes, 10 de octubre de 2014

Andrea Bruce


En los últimos años se ha ido incrementando el número de mujeres que prefieren estar detrás de la cámara en lugar de delante, sin embargo hay muy pocas que se atrevan a aventurarse en el terreno de la fotografía de conflictos. Es algo lógico, pues a los múltiples peligros de la profesión, hay que sumarle los inherentes de la propia condición femenina. Sobre todo si tenemos en cuenta que la mayoría de tales conflictos suelen desarrollarse en países musulmanes, en los que el papel de la mujer es secundario porque se les considera y trata como un sexo débil que necesita de la supervisión, protección y dominio del hombre sobre ella, y por tanto no les está permitido ejercer la mayoría de los trabajos comunes en el mundo occidental. Y si hay una persona que sabe muy bien de lo que estoy hablando es sin duda alguna Andrea Bruce. 

Bruce es una periodista freelance que durante años ha estado trabajando en algunos de los lugares más peligrosos del planeta. Afganistan e Irak han sido algunas de sus bases de operaciones, aunque no las únicas. Nacida en los Estados Unidos en 1973, confiesa que cuando decidió ser fotógrafa no pensó ni por un momento que iba dedicarse a cubrir guerras. Fueron los atentados del 11S, los que la llevaron a tomar dicha determinación. Al igual que ella, muchos fotógrafos de su generación tomaron el mismo camino por idéntico motivo.  Y al igual que a ella, a esos compañeros les ha costado una parte de su vida, a algunos la vida entera. 

Andrea Bruce comenzó su andadura periodística en Irak, en el año 2003, trabajando para el Washington Post. Durante un año, mientras fotografiaba los bombardeos y destrozos de la guerra entrevistó al menos a treinta prostitutas, hasta que finalmente encontró una que estuvo dispuesta a ayudarla y a permitir que fotografiara su vida y su entorno. Lo que pretendía Andrea era mostrar la cara humana del proceso de deterioro que sufren los pueblos cuando se hayan ante un conflicto de este tipo y como en general es la población civil y sobre todo los niños y las mujeres quienes padecen la peor parte de las tragedias que allí ocurren. “Halla”, se convirtió en su mejor amiga allí, y ambas intentaron enseñarle al resto del mundo la dureza de la vida de las prostitutas, mujeres que en muchos casos al haber perdido a sus esposos por causa de la guerra y sin otros medios de vida se ven obligadas a ejercer ese oficio para poder alimentar a sus hijos.

Este reportaje y algunos otros realizados a lo largo de los ocho años que formó parte de la plantilla de reporteros del diario The Washington Post, en donde escribía una columna semanal llamada "Unseen Irak", le han servido para que fuera nombrada Fotógrafo del Año en cuatro ocasiones por la Asociación de Fotógrafos de Noticias de la Casa Blanca,  y también para ganar el prestigioso premio John Faber por mejor reportaje fotográfico del extranjero desde el Overseas Press Club. Sin embargo ella ha declarado que en muchas ocasiones siente que ha fracasado,  ya que no cree que ninguna de las fotografías que ha realizado sirva para describir fielmente lo que ocurre en esos lugares y tampoco para concienciar a la gente de que no debería ocurrir. 

El hecho de que además haya tratado de mostrar la crudeza de la guerra tanto para los habitantes del país en conflicto como para los militares americanos o de otros países que han intervenido en ella, le ha costado a veces críticas por ambos lados. Se le ha acusado de realizar fotos únicamente para vender periódicos y su trabajo no siempre es fácil de entender. Su propia madre le comentó en una ocasión: “Sé que esto está sucediendo, pero para ser honesta, no quiero verlo.” Sin embargo y a pesar de todo ella aún cree que lo que hace es importante y por ello no ha dudado en arriesgar su vida en más de una ocasión. Ha sido amenazada, abofeteada y asediada. Incluso en una ocasión estuvo a punto de ser linchada por una multitud, cuando tras el estallido de un coche bomba su compañero y ella empezaron a tomar fotografías de la terrible escena que allí se desarrollaba. Antes de que pudiera darse cuenta un hombre la levantó del suelo y le clavo contra la pared y acto seguido más de cincuenta personas se arremolinaron alrededor de ella gritando e increpándola con piedras en la mano. Afortunadamente el reportero que la acompañaba hablaba árabe y empezó a gritar: “Ella es mi esposa, ella es mi esposa. Tienen que respetarla.” Poco a poco la multitud se fue calmando y tras mucho hablar les dejaron marcharse. Posiblemente ese haya sido el peor momento de su vida. 

La vida de un reportero de guerra conlleva un desgaste y un alto coste personal, muchos acaban divorciándose. A Andrea le ocurrió un año después de empezar su labor en Irak. También siente que ha cambiado tanto que le resulta difícil estar en su país, no porque no le guste, sino porque de algún modo siente que no encaja, que su vida es otra. Así que reparte su tiempo entre Estados Unidos y Afganistán, en donde reside habitualmente. Actualmente trabaja para la Agencia Noor. 







http://www.andreabruce.com/

domingo, 7 de septiembre de 2014

Santu Mofokeng


Santu Mofokeng nació en Soweto, Johannesburgo, en 1956. Apenas era un adolescente cuando empezó a interesarse por la fotografía, primero de modo informal captando imágenes de las calles de su ciudad natal, para muy pronto iniciarse como asistente de cuarto oscuro  en unos laboratorios y más tarde se convirtió en fotógrafo de prensa.

Trabajando para la Agencia Afraprix, colectivo al que estaba vinculado, fue testigo y documento los grandes cambios ocurridos en Sudáfrica y los problemas relacionados con el apartheid,  pero incluso en sus trabajos más documentales, Mofokeng evita una crítica política abierta, prefiriendo utilizar la sutileza. Así retratando la vida cotidiana de los que le rodean consigue ofrecer una mirada única protagonizada por alguién que ha vivido directamente todos esos momentos. Incluso cuando empezó a preocuparse por el medio ambiente y  decidió fotografíar los paisajes sudafricanos, sus ensayos fotográficos están, en cierto modo, relaiconados con las politicas de su páis. 

El trabajo de Santu Mofokeng no consiste solamente en fotografiar paisajes tradicionales. Paara él, sus “Following Shadows” que es como llamó a la serie de imágenes realizadas en distintos emplazamientos, incluido Roben Island, lugar en el que vivió Mandela durante muchos años,  son  lugares espirituales que guardan secretos y significados de sus antiguos pobladores: “Following Shadows” es la exploración de paisajes marcados por la existencia de muchos personajes que aún viven en un estado de  conciencia y espiritualidad.

También en su serie "Train Church", realizada en 1986, está presente la espiritualidad. En ella se refleja la fuerte relación existente entre muchos sudafricanos con la religión. Durante un tiempo Santu Mofokeng comenzó a captar imágenes de algunos trenes que funcionaban como iglesias itinerantes. En ellos se celebraban ceremonias en las que participaban cientos de  personas que no disponían de tiempo para acudir a sus respectivas iglesias, ya que salían de sus hogares muy temprano para acudir al trabajo y no regresaban hasta el anochecer. Durante el viaje desde los distintos municipios hasta Johanesburgo, los sudafricanos buscan respuestas a los problemas políticos y sociales apoyándose en Dios y utilizan los trenes como una sustitución natural de aquellos espacios que de algú modo les están vedados. 

Otro de los trabajos más interesantes de Santu Mofokeng es el "Black Photo Album". Éste, está formado por una serie de fotografías privadas que corresponden a una investigación llevada a cabo por Mofokeng a raiz de los archivos de nueve familias sudafricanas de clase media de Soweto y constituye un documento excepcional en lo que respecta a la autorrepresentación de la población negra sudaficana en la primera mitad del siglo XX. Frente a la imagen colonial, en la que se les representaba como un objeto más, los retratos de estudio de estas familias, realizados entre 1890 y 1950, corresponden a una clase incipiente de trabajadores urbanos que habían recibido educación y que adoptaron el estio de vida que veían en la población inglesa. Las imágenes tienen un claro estilo victoriano y reflejan las poses, el vestuario y los artificios de la época.

En general el trabajo de Mofokeng, está lleno de instantes decisivos que constituyen parte de su propia historia, pero es a la vez una reinterpretación de la historia de todo un país. En este momento su trabajo forma parte de la exposición que desde el 12 de febrero de este año y hasta el 30 de abril del 2015, se exhibe en el Museo de África de Johanesburgo y que lleva por título. "The Rise and Fall of Apartheid" (Caída y Auge del Apartheid).