Cabecera La Mirada Fotográfica

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sábado, 24 de noviembre de 2012

Pentti Sammallahti




No hay nada que me haga disfrutar más que entrar en una librería y descubrir un libro maravilloso, si además es de fotografía seguro que ese día me iré a dormir feliz. Y eso es lo que me ocurrió el otro día cuando vi el ejemplar de “aquí, tan lejos” de Pentti Sammallahti, una verdadera delicia visual. 

Pentti Sammallahti es un autor finlandés ampliamente reconocido en toda Europa y que sin embargo no es demasiado conocido en nuestro país, a pesar de haber realizado un par de exposiciones en España; una en la galería Valid Foto de Barcelona, en el 2010,  y otra en el museo Pablo Gargallo de Zaragoza este mismo año. 

Su fotografía con un fuerte y marcado carácter intimista nos muestra sobre todo paisajes fotográficos y animales, en especial perros, escogidos cuidadosamente pero con ese punto del instante o momento decisivo aprendido de quien en cierto modo fuera su mentor, Cartier-Bresson, el cual incluyo el trabajo de Sammallahti en la exposición que comisarió poco antes de su muerte y que llamó “Al gusto de”. 

Podría decirse que la fotografía de este autor nacido, en 1950 y tal vez ya predestinado para esta profesión, su abuela Hildur Larsson fure una reconocida fotógrafa de prensa que trabajó para el periódico Kaiku de Helsinki, es un tanto atemporal, se sitúa en los márgenes del tiempo. Los paisajes nevados de su tierra natal, los animales descansando en las calles de cualquier población de la India, o de cualquier otro lugar, los desafortunados moradores de las vías públicas, los campos sembrados, todo tiene cabida en las imágenes de Sammallahti. Pero al contrario de lo que ocurre con otros autores y a pesar de que no existe un hilo argumental en la extensa colección de instantáneas acumulada a lo largo de más de cincuenta años de profesión, Pentti Sammalahtti nos muestra todos esos lugares de una forma yo diría que casi poética, a la vez que austera. Contemplar sus cuidadas copias en blanco y negro transmite una especie de serenidad. 

La Beca que le concedió el estado finlandés en 1991, cuando era profesor de fotografía en la Escuela Superior de Arte y Diseño de Helsinki, donde es ahora Doctor Honoris Causa, le permitió realizar su trabajo durante 15 años sin tener que preocuparse de los aspectos más básicos de la existencia y de ese modo pudo viajar en una especie de vagabundeo, ávido y sin descanso, tanto por la propia Finlandia como por los países del este de Europa, Noruega, Gran Bretaña, África, China o la India. En sus imágenes realizadas a lo largo de esos años podemos ver la influencia de algunos de los fotógrafos a los que admiraba; así por ejemplo las fotografías tomadas en Hungría o Rumanía nos recuerdan a Josef Koudelka, mientras que las realizadas en la Irlanda Rural se asemejan más a las de Paul Strand. Sin embargo, en cualquiera de los dos casos, la mirada de Sammalahtti es más calida, más íntima. Se podría decir que va más allá de lo documental y que de un modo reflexivo nos muestra la comunión del hombre con su entorno. 

No he podido encontrar la página web del autor, por lo que deduzco que no tiene, sin embargo en photo-eye Gallery de SANTA FE puede verse una parte de su obra. Espero que disfrutéis tanto como yo lo he hecho y si tenéis la oportunidad de haceros con el libro no lo dudéis, merece la pena. 









http://www.photoeye.com/gallery/forms2/homepage.cfm?image=1&id=68149&imagePosition=1&Door=1&Portfolio=Portfolio7&Gallery=1


jueves, 8 de noviembre de 2012

1, 2 y 3 Lo que usted no quira para El Rastro es


Hola amigos, hoy hago un pequeño inciso para invitaros a mi próxima exposición que se inaugura el viernes día 16 y permanecerá hasta el 5 de diciembre en la Galería Photo Espacio, en la calle Virgen de Belén, 16 de Madrid. Será un placer recibir a todos aquellos que queráis y podáis acercaros por allí. 

Para la presentación de la exposición Emilio Tercero, director de la galería y también de la Escuela Man Ray, lugar que recomiendo a todos aquellos que estén interesados en aprender o en profundizar en sus conocimientos de fotografía, especialmente aquellos que aún suspiran por el laboratorio a la vieja usanza lejos de ordenadores y de programas de edición, me pidió que escribiera unas palabras sobre el trabajo que presento en esta exposición. Como creo que lo que le mandé representa perfectamente lo que siento, reproduzco aquí el texto.

"Para los miles de turistas que cada año visitan El Rastro, éste es sólo uno más de los muchos mercados callejeros que se desarrollan en las principales ciudades europeas. Al igual que la mítica Pulga de París, Portobello Road en Londres o el mercado de Bolhao en Oporto, el nuestro es un magnífico lugar para pasar una mañana de domingo llena del tipismo que tanto nos gusta a todos cuando visitamos un país lejos de nuestras fronteras.

Para los que hemos nacido aquí, apenas a unos cientos de metros de sus callejuelas es algo muy distinto. Para nosotros forma parte de una idiosincrasia adquirida apenas perdimos los dientes de leche o incluso antes. ¿Quién de nosotros no ha sufrido lo indecible al tener que desprenderse de un puñado de cromos para conseguir esa última estampa rebelde que nunca estaba incluida en los sobres? O al trocar nuestros queridos vinilos por otros cuando los escasos estipendios no nos daban para más y no había ningún lugar de donde descargarse música. 

Yo he jugado en las calles del Rastro, algunos de mis primeros amigos de colegio y de mis primeras pandillas adolescentes eran nativos de la zona. La Ribera de Curtidores, la Calle de Rodas o de Mira el Sol fueron testigos de muchas de nuestras fechorías infantiles y de algún que otro escarceo amoroso, tímido y primerizo, de los que tal vez por su inconsistencia no se olvidan jamás.

Del mismo modo que el asesino dicen que vuelve al lugar del crimen, yo no puedo dejar de visitar El Rastro de forma recurrente. Y en cada visita me llevo un pedacito de su ser. Las imágenes que forman esta colección, de la que aquí se expone una parte, han sido realizadas a lo largo de muchos domingos de mi vida y supongo que seguirán engrosándose con otros muchos. Porque si algo tiene El Rastro es que te convierte en reincidente, en testigo fiel de su devenir, ya que en él todo sigue igual y a la vez todo es diferente y si no te lo crees sólo tienes que darte una vuelta por allí de vez en cuando."



Conchita Meléndez







Quiero dar las gracias a todos los que me habéis acompañado durante la inauguración. Ha sido estupendo verme rodeada de tantos amigos y también de todos aquellos que aún sin conocerme han asistido a ver mi trabajo. He echado de menos a aquellos que por diveras causas no han podido acudir, pero no os preocupéis tenéis hasta el día cinco para poder visitarla. Y para aquellos que la distancia se lo impide os dejo un audiovisual con las fotos de la exposición y algunas más de las que componen el trabajo sobre el Rastro. Un abrazo para todos.

 

jueves, 1 de noviembre de 2012

Raul Cañibano


Tuve el placer de conocer a Raúl Cañibano en mi viaje a Cuba la primavera pasada, durante un taller organizado por la escuela Man Ray de Madrid en el que participe aprovechando mi estancia en la isla.

Describir a Raúl es fácil, es un hombre sencillo, algo tímido al principio pero buen conversador una vez establecido un vínculo; al contrario que a muchas otras personas le cuesta hablar de sí mismo y de la importancia de su trabajo en el entorno de la cultura cubana y es que allí ser fotógrafo es complicado. Renovar el material, conseguir una buena cámara ya sea analógica o digital, adquirir película o tarjetas para las mismas o cualquier otro accesorio necesario para la práctica de la fotografía puede convertirse en una tarea realmente difícil, y no sólo por el precio, demasiado elevado para la economía de los isleños, sino simplemente por que no lo hay. Sin embargo todas las posibles dificultades parecen disolverse a la hora de ponerse manos a la obra y es que Raúl es un auténtico entusiasta de su trabajo. Verle actuar es como ver a un niño con un juguete nuevo. Sigue sintiendo la misma ilusión que el primer día y eso en esta profesión es algo que se nota. 

Raúl nació en La Habana, apenas dos años después del inicio de la revolución cubana, estudió para ser soldador dentro de la aviación civil pero durante un viaje de vacaciones a la localidad de Cienfuegos en 1990 conoció a un fotógrafo especializado en eventos sociales y se sintió tan atraído por su labor que comenzó a realizar sus primeros trabajos fotografiando a quinceañeras, bodas, cumpleaños, etc. La falta de material existente hizo que en ocasiones tuviera que trabajar con material caducado y que incluso fuese necesario elaborar por sí mismo los químicos necesarios para poder revelar las imágenes. 

Sus esfuerzos no tardaron en dar fruto y a partir de 1993, fecha de su primera exposición en México, la obra de Cañibano ha podido verse en lugares tan dispares como Francia, Japón, España, Canadá o en la propia Cuba, en el precioso edificio de la Fototeca Cubana de La Habana.

Tal vez su obra más conocida sea la serie “Tierra Guajira”, un viaje, o mejor dicho una serie de viajes realizados al interior de la isla; un regreso a los lugares de su infancia en donde rendir tributo a los lugareños que trabajan en los campos de caña o de tabaco. Este ensayo fotográfico realizado a largo plazo le dio a Raúl la oportunidad de establecer amistad con muchos de los campesinos que habitan lugares como Remedios, La Ciénaga o La Isla de la Juventud, de convivir con ellos y compartir risas y carencias, de dar y de recibir lo poco que unos y otros podían ofrecer. El resultado fue un trabajo lleno de lirismo y de una estética desprovista de toda artificialidad en donde se narra la dura vida de los trabajadores del campo, desde un punto de vista íntimo y natural. 

Otro de sus trabajos, parte del cual hemos podido ver en Madrid, dentro de la exposición colectiva “17 Milagroso, Babalú Ayé”, en el recinto de la Casa de América hace tres años, es el realizado en El Rincón donde cada 17 de Diciembre miles de peregrinos se congregan en la ermita para rezar y pedir a San Lazaro, patrono de los enfermos, que alivie sus penas y dolores. La procesión de los penitentes da lugar a escenas que pueden resultar sobrecogedoras para los no iniciados y de la que cada uno de los autores que formaron parte de este proyecto dio una lectura diferente, según su propio criterio y modo de ver. En el caso de Cañibano, tal vez por ser uno de los dos únicos cubanos que participaron en la muestra junto a Alaín Pantaleón, la mirada se pierde entre lo concreto y lo ambiguo, entre lo conocido y lo extraño. Es un trabajo pleno de contención en el que se eluden los excesos y se preserva la dignidad de los afectados al tiempo que se ahonda en las costumbres y la religiosidad de los isleños.

Raúl Cañibano ha colaborado en distintas ocasiones con algunos de nuestros mejores y más reconocidos fotógrafos, Cristina García Rodero, José María Díaz Maroto o Juan Manuel Díaz Burgos, entre otros. Recientemente la editorial La Fabrica le ha dedicado un número de sus libros PhotoBolsillo, dentro de la Biblioteca de Fotógrafos Latinoamicanos, con una pequeña selección de sus trabajos que invita a querer ver más. En su curriculum se incluyen varios premios y ha sido invitado a participar como conferenciante en Centros y Escuelas de Fotografía tanto en España como en México. En la actualidad combina su trabajo personal con el de la docencia, impartiendo talleres en colaboración con Díaz Burgos y con La Escuela Man Ray y Díaz Maroto.








/http://raulfoto.visura.co/