Vee Speers es una fotógrafa australiana que reside en París. Estudió Bellas Artes y Fotografía en Brisbane y durante cinco años trabajó con la televisión ABC de Sidney realizando imágenes fijas. Tras una corta estancia en Francia decidió trasladarse allí de forma permanente buscando trabajar en la industria del cine, sin embargo no tuvo mucha suerte en ese campo y empezó a trabajar como ayudante de varios fotógrafos de moda para adquirir nuevos conocimientos. La experiencia duró poco ya que las limitaciones del mundo de la moda la aburrían prefiriendo la vida entre bastidores de los cabarets de Pigalle donde comenzó a fotografíar a gente excéntrica. Sus mejores trabajos llegaron cuando se volvió hacia su familia y su propia infancia con una habilidad manifiesta para trazar una sutil línea entre lo autobiográfico y la fantasía. A esta época corresponde la colección de fotografías The Birthay Party, consistente en una serie de retratos infantiles sencillos y hermosos que nos retrotraen a nuestra propia infancia, en la que un simple disfraz podía convertirnos en princesas, vaqueros, o superhéroes.
En la serie Inmortal, su último trabajo, recrea a través de retratos de jóvenes adolescentes en un mundo intemporal, el miedo de una sociedad obsesionada con atemperar la vejez y con la idea de congelar el tiempo en un intento de evitar una muerte y un deterioro inevitables. En mi opinión, este es un magnífico trabajo cuya fuerza reside principalmente en la forma en que Vee Speers ha conseguido captar la mirada elocuente de sus protagonistas, que nos persiguen desafiantes y a la vez vulnerables desde una tierra extraña, a veces paradisíaca y a veces apocalíptica, pero siempre idealizada que nos coloca en el límite del surrealismo.
He tenido la suerte de ver sus fotos de Inmortal en galería. Son bellísimas, ¡me compraría una si pudiera para mi casa! Pero desconocía sus trabajos de juventud. Los autores que de verdad logran expresar algo autobiográfico y lo relacionan con su mundo onírico tienen mi admiración, porque fotografían con las tripas y huyen de la mirada ajena mientras trabajan. Lógicamente se preocupan más por ésta cuando han acabado su obra. Eso es humano. Me encanta haber descubierto estos detalles de su vida. Gracias Melchita.
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