Alejandro Lamas nació en la ciudad porteña de Buenos Aires a mediados de los cincuenta pero, quizás por la afinidad que siempre ha existido entre nuestros dos países, desde hace algún tiempo reside y trabaja en España, concretamente en Madrid.
Entusiasta de la fotografía desde una edad muy
temprana, comenzó a realizar imágenes a los catorce años, cursó estudios de
Óptica Instrumental en Rosario, la tercera ciudad más importante en cuanto a
población de Argentina y que está considerada como un importante centro
cultural y educativo del país. Fue allí también, en la prestigiosa Peña
Fotográfica Rosarina, fundada en 1950 y que a día de hoy está considerada como “Entidad
de Bien Público”, donde perfeccionó sus conocimientos de fotografía.
También se especializó en la reproducción fotográfica
de obras de arte, de modo que en sus primeros años laborales alternó sus
trabajos en este campo con el mundo de la publicidad. Así mismo impartió clases
de iluminación en la escuela oficial de cine y televisión de la provincia de
Santa Fe, en Argentina y más tarde actuó como profesor en varias escuelas de
fotografía ya en España.
Para Alejandro el dedicarse a la fotografía no fue algo
deliberado sino natural. Desde el momento en que cogió su primera cámara, o más
bien la de su padre, una Argus Coated Cintar, de la que seguramente muchos de
vosotros no habréis oído hablar pero de la cual se vendieron más de dos
millones de ejemplares en su momento, el salir a la calle con ella en la mano
fue una costumbre que le acompaño a lo largo de su adolescencia y que sin duda
marcó su vida profesional. No es pues de extrañar que los fotógrafos en los que
más se fijara como referente fueran aquellos que también desarrollaban su labor
en las calles, nombres como Harry Callahan, Manuel Álvarez Bravo, Robert Frank
o Sergio Larrain fueron una fuente de inspiración y estudio.
En su trabajo de autor Alejandro Lamas ha desarrollado
una fotografía con un marcado carácter intimista. Sus imágenes suelen reflejar
una ciudad desnuda, desprovista de cualquier tipo de artificio, en donde las
calles son las auténticas protagonistas mientras que sus escasos moradores,
apenas unas sombras, son meros espectadores del tiempo y el espacio. Él suele definir su labor con una frase de
Sergio Larrain extraída de su libro El
rectángulo en la mano, “Es en mi interior que busco las fotografías cuando
con la cámara en la mano paseo la vista por fuera, puedo solidificar ese mundo
de fantasmas cuando encuentro algo que tiene resonancias en mí.”
Pero además de su propio trabajo personal como autor
Alejandro dedica una gran parte de su tiempo a formar a futuros fotógrafos y si
bien con anterioridad lo hacía al modo tradicional en alguna escuela, en los
últimos tiempos ha desarrollado un método muy innovador en nuestro país, la
fórmula del Coaching Fotográfico. Este método está basado en una serie de
salidas colectivas de un reducido grupo de alumnos, programadas a lo largo de un periodo de tiempo durante el cual se
realizará una práctica regular guiada por un fotógrafo profesional en activo,
que incluye un proceso de revisión constante del trabajo realizado para una
posterior selección y publicación de los resultados en formato de libro.
Esta posibilidad de desarrollo de los conocimientos del
alumno es mucho más provechosa y motivante. En lugar de impartir una lección
magistral de la que los alumnos aprovechan un porcentaje limitado o un taller
en el que el trabajo de campo ayuda a asimilar mejor las enseñanzas teóricas,
se plantea una forma diferente de formación: incentivar el aprendizaje a través
de la práctica regular del alumno, favoreciendo así el trabajo personal, la
reflexión sobre los resultados, la comparación y el debate entre iguales y el
incremento de la necesidad de adquirir conocimientos puntuales muy concretos y
enfocados a una mejora casi inmediata de los resultados.
De este modo Alejandro Lamas intenta transmitir a sus
alumnos lo que él denomina “La Voluntad de Ver”, de modo que cada uno de ellos
se sumerja en la tarea de encontrar su propia identidad como autor. Sin duda él
la ha encontrado. Este hombre que se siente más cómodo mirando en blanco y
negro, que gusta del formato medio y que cree que el futuro de la fotografía es
un presente en transformación permanente, nos deja en sus obras una mirada de
irrealidad trazada en un contexto paralelo en el que sin embargo se atisba una
constante de humanidad, marcada sin duda por la presencia/ausencia de
individuos como sujetos del espacio delimitado en la imagen.
Como siempre os dejo el enlace a su página para que
podáis seguir indagando y disfrutando del trabajo de este autor.
http://www.alejandrolamas.com/
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