A lo
largo de la corta historia de la fotografía las distintas personas que han
desarrollado este arte han destacado por distintos motivos; unos lo han hecho por la belleza de sus imágenes,
otros por su habilidad para poner un producto de relieve, o por la precisión al
captar un momento decisivo, etc. A mi los que más me interesan son los
narradores de historias, los que con una o varias instantáneas son capaces de
contarnos lo que está ocurriendo en un lugar y un momento determinados. Del
mismo modo que un escritor crea su obra con palabras, un fotógrafo lo hace con
imágenes y ambos son capaces de transmitirnos fuertes sentimientos.
Leonard
Freed fue sin duda uno de esos fotógrafos. Nacido en Nueva York, en el distrito
de Brooklyn en 1929, comenzó a sentir interés por la fotografía a raíz de un
viaje realizado a Holanda cuando tenía 24 años. Aunque en un principio había
pensado dirigir sus pasos hacía el mundo de la pintura le basto apretar el
obturador por primera vez para quedarse totalmente enganchado de una nueva
forma de ver el mundo a través del objetivo de la cámara. Antes de regresar a
los Estados Unidos viajó por varios países de Europa y África realizando
fotografías y afianzando su vocación. Ya de vuelta asistió a la New School y estudió con Alexey Brodovitch,
el director de arte de Harper 's Bazaar. En 1958 se trasladó a Amsterdam para fotografiar a la comunidad judía y
comprender mejor sus raíces ya que sus padres eran descendientes de inmigrantes
judíos de la Europa del este (Bielorrusia).
En 1967,
Cornell Capa
seleccionó a Freed,
que ya llevaba seis años trabajando como freelance y había conseguido vender
tres de sus obras al Museum of Modern Art (MOMA), como uno de los 5 fotógrafos a participar en
su exhibición Concerned Photography.
Sin
duda uno de sus trabajos más importantes fue el seguimiento que realizó del
Movimiento por los Derechos Civiles Américanos. La fotografía que hizo del reverendo Martín Luther King al
regreso de éste a los Estados Unidos tras recibir el Nóbel de la Paz en Suecia
en el año 1964, y el posterior viaje que Leonard Freed hizo junto al líder, en
su marcha desde Alabama a Washington,
fueron la base de su despegue como reportero gráfico reconocido y de su
posterior libro publicado en 1968, Black in White Americ, en
el que el autor recoge imágenes de una sociedad segregada racialmente y
arraigada en un país en el que los afroamericanos luchan por conseguir la igualdad
como ciudadanos de una nación que los considera inferiores. La mayoría de las
fotografías fueron hechas en Harlem y los estados más profundos del sur.
En 1972 Freed se unió a la Agencia Magnum como
miembro de pleno derecho y un año después regresó a Israel para cubrir la
guerra de Yom Kippur. También
estuvo destacado como reportero en el periodo de reconstrucción de la
postguerra alemana y durante la revolución rumana.
Otro de sus trabajos más conocido es el
realizado entre los años 1972 a 1979 sobre el New York City Police Department, en el que recoge el
trabajo de la policía metropolitana de Nueva York y que fue publicado en 1980
con el título de Police Work. Este proyecto fue
inicialmente concebido como reprobación a la violencia y persecución ejercida
hacia los jóvenes manifestantes contra la guerra, pero a medida que iba
creciendo, Leonard fue cambiando su punto de vista hacia un retrato más
intimista de unos hombres generalmente de clase media, mal pagados y a veces
acosados, que tratan de alimentar a sus familias. Imágenes como la de una mujer
policía jugando con un grupo de niños en Harlem nos muestran la capacidad del
autor para fotografiar sujetos con humanidad y compasión.
Leonard
Freed murió en el norte del Estado de Nueva York el 29 de noviembre del 2006,
tras una larga lucha contra el cáncer de próstata que padecía, pero tras él
dejo una extensa obra en la que se incluyen además de los reportajes publicados
en Life, Look, Paris-Match, Die Zeit, Der Spiegel,
Stern, The Sunday Times Magazine of London, Libération y Fortune, al menos una docena de libros y cuatro
películas realizadas para las televisiones de Japón, Holanda y Bélgica.
Freed
era un observador agudo y perspicaz con una visión tremendamente crítica pero a
la vez era capaz de captar con el mejor sentido del humor, momentos de la vida cotidiana no carentes de
una cierta dosis de censura. Estos últimos se pueden ver en las fotografías
realizadas en desfiles de moda, fiestas de oficina e incluso en las bodas de Little Italy o las calles del Greenwich
Village.
Desgraciadamente no existe una página web de este autor
pero podéis ver un magnífico audiovisual con sus obras en el sitio de Magnum.
http://inmotion.magnumphotos.com/essay/tribute
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