Hola amigos, hoy hago un pequeño inciso para invitaros a mi próxima exposición que se inaugura el viernes día 16 y permanecerá hasta el 5 de diciembre en la Galería Photo Espacio, en la calle Virgen de Belén, 16 de Madrid. Será un placer recibir a todos aquellos que queráis y podáis acercaros por allí.
Para la presentación de la exposición Emilio Tercero, director de la galería y también de la Escuela Man Ray, lugar que recomiendo a todos aquellos que estén interesados en aprender o en profundizar en sus conocimientos de fotografía, especialmente aquellos que aún suspiran por el laboratorio a la vieja usanza lejos de ordenadores y de programas de edición, me pidió que escribiera unas palabras sobre el trabajo que presento en esta exposición. Como creo que lo que le mandé representa perfectamente lo que siento, reproduzco aquí el texto.
"Para los
miles de turistas que cada año visitan El Rastro, éste es sólo uno más de los
muchos mercados callejeros que se desarrollan en las principales ciudades
europeas. Al igual que la mítica Pulga de París, Portobello Road en Londres o
el mercado de Bolhao en Oporto, el nuestro es un magnífico lugar para pasar una
mañana de domingo llena del tipismo que tanto nos gusta a todos cuando
visitamos un país lejos de nuestras fronteras.
Para los
que hemos nacido aquí, apenas a unos cientos de metros de sus callejuelas es
algo muy distinto. Para nosotros forma parte de una idiosincrasia adquirida
apenas perdimos los dientes de leche o incluso antes. ¿Quién de nosotros no ha
sufrido lo indecible al tener que desprenderse de un puñado de cromos para
conseguir esa última estampa rebelde que nunca estaba incluida en los sobres? O
al trocar nuestros queridos vinilos por otros cuando los escasos estipendios no
nos daban para más y no había ningún lugar de donde descargarse música.
Yo he
jugado en las calles del Rastro, algunos de mis primeros amigos de colegio y de
mis primeras pandillas adolescentes eran nativos de la zona. La Ribera de
Curtidores, la Calle de Rodas o de Mira el Sol fueron testigos de muchas de
nuestras fechorías infantiles y de algún que otro escarceo amoroso, tímido y
primerizo, de los que tal vez por su inconsistencia no se olvidan jamás.
Del mismo
modo que el asesino dicen que vuelve al lugar del crimen, yo no puedo dejar de
visitar El Rastro de forma recurrente. Y en cada visita me llevo un pedacito de
su ser. Las imágenes que forman esta colección, de la que aquí se expone una
parte, han sido realizadas a lo largo de muchos domingos de mi vida y supongo
que seguirán engrosándose con otros muchos. Porque si algo tiene El Rastro es
que te convierte en reincidente, en testigo fiel de su devenir, ya que en él
todo sigue igual y a la vez todo es diferente y si no te lo crees sólo tienes
que darte una vuelta por allí de vez en cuando."
Conchita
Meléndez
Fantástica serie.
ResponderEliminarSaludos.-
Gracias Enrique.
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