Tuve el
placer de conocer a Raúl Cañibano en mi viaje a Cuba la primavera pasada,
durante un taller organizado por la escuela Man Ray de Madrid en el que
participe aprovechando mi estancia en la isla.
Describir a
Raúl es fácil, es un hombre sencillo, algo tímido al principio pero buen
conversador una vez establecido un vínculo; al contrario que a muchas otras
personas le cuesta hablar de sí mismo y de la importancia de su trabajo en el
entorno de la cultura cubana y es que allí ser fotógrafo es complicado. Renovar
el material, conseguir una buena cámara ya sea analógica o digital, adquirir
película o tarjetas para las mismas o cualquier otro accesorio necesario para
la práctica de la fotografía puede convertirse en una tarea realmente difícil,
y no sólo por el precio, demasiado elevado para la economía de los isleños,
sino simplemente por que no lo hay. Sin embargo todas las posibles dificultades
parecen disolverse a la hora de ponerse manos a la obra y es que Raúl es un
auténtico entusiasta de su trabajo. Verle actuar es como ver a un niño con un
juguete nuevo. Sigue sintiendo la misma ilusión que el primer día y eso en esta
profesión es algo que se nota.
Raúl nació
en La Habana, apenas dos años después del inicio de la revolución cubana,
estudió para ser soldador dentro de la aviación civil pero durante un viaje de
vacaciones a la localidad de Cienfuegos en 1990 conoció a un fotógrafo
especializado en eventos sociales y se sintió tan atraído por su labor que comenzó
a realizar sus primeros trabajos fotografiando a quinceañeras, bodas,
cumpleaños, etc. La falta de material existente hizo que en ocasiones tuviera
que trabajar con material caducado y que incluso fuese necesario elaborar por
sí mismo los químicos necesarios para poder revelar las imágenes.
Sus
esfuerzos no tardaron en dar fruto y a partir de 1993, fecha de su primera
exposición en México, la obra de Cañibano ha podido verse en lugares tan
dispares como Francia, Japón, España, Canadá o en la propia Cuba, en el
precioso edificio de la Fototeca Cubana de La Habana.
Tal vez su
obra más conocida sea la serie “Tierra
Guajira”, un viaje, o mejor dicho una serie de viajes realizados al
interior de la isla; un regreso a los lugares de su infancia en donde rendir
tributo a los lugareños que trabajan en los campos de caña o de tabaco. Este
ensayo fotográfico realizado a largo plazo le dio a Raúl la oportunidad de
establecer amistad con muchos de los campesinos que habitan lugares como
Remedios, La Ciénaga o La Isla de la Juventud, de convivir con ellos y
compartir risas y carencias, de dar y de recibir lo poco que unos y otros
podían ofrecer. El resultado fue un trabajo lleno de lirismo y de una estética
desprovista de toda artificialidad en donde se narra la dura vida de los
trabajadores del campo, desde un punto de vista íntimo y natural.
Otro de sus
trabajos, parte del cual hemos podido ver en Madrid, dentro de la exposición
colectiva “17 Milagroso, Babalú Ayé”, en el recinto de la Casa de América hace
tres años, es el realizado en El Rincón donde cada 17 de Diciembre miles de
peregrinos se congregan en la ermita para rezar y pedir a San Lazaro, patrono
de los enfermos, que alivie sus penas y dolores. La procesión de los penitentes
da lugar a escenas que pueden resultar sobrecogedoras para los no iniciados y de
la que cada uno de los autores que formaron parte de este proyecto dio una
lectura diferente, según su propio criterio y modo de ver. En el caso de
Cañibano, tal vez por ser uno de los dos únicos cubanos que participaron en la
muestra junto a Alaín Pantaleón, la mirada se pierde entre lo concreto y lo
ambiguo, entre lo conocido y lo extraño. Es un trabajo pleno de contención en
el que se eluden los excesos y se preserva la dignidad de los afectados al tiempo
que se ahonda en las costumbres y la religiosidad de los isleños.
Raúl
Cañibano ha colaborado en distintas ocasiones con algunos de nuestros mejores y
más reconocidos fotógrafos, Cristina García Rodero, José María Díaz Maroto o
Juan Manuel Díaz Burgos, entre otros. Recientemente la editorial La Fabrica le ha dedicado un número de
sus libros PhotoBolsillo, dentro de
la Biblioteca de Fotógrafos Latinoamicanos, con una pequeña selección de sus
trabajos que invita a querer ver más. En su curriculum se incluyen varios
premios y ha sido invitado a participar como conferenciante en Centros y
Escuelas de Fotografía tanto en España como en México. En la actualidad combina
su trabajo personal con el de la docencia, impartiendo talleres en colaboración
con Díaz Burgos y con La Escuela Man Ray y Díaz Maroto.
/http://raulfoto.visura.co/
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