Nacida en Viena en 1881, el
seno de una respetable familia de abogados judíos, Dora Philippine Kallmus fue
la primera mujer en ser admitida en los cursos teóricos del Graphische Lehr - und
Versuchsanstalt (Instituto de Formación Gráfica) en el año 1905. Dicha
institución no concedió a las mujeres el
acceso a otros cursos de fotografía hasta el año 1908. También en 1905, Dora se convirtió en miembro de la
Sociedad Fotográfica de Viena. Poco después comienza su aprendizaje en el
estudio de Nicola Perscheid en Berlín,
donde conoció al que más tarde sería su asistente profesional, Arthur Benda. Aunque
su madre, Malvine murió cuando ella era muy joven, su familia siguió siendo una
fuente importante de apoyo emocional y financiero para su carrera.
En 1907 abrió en Viena un
estudio comercial de fotografía, cuyo nombre, Atelier d'Ora,
reflejaba su amor por la cultura francesa, bajo el seudónimo de Madame D’Ora. Como d'Ora,
como mujer, no podía recibir formación técnica en fotografía, la decisión de
abrir su propio estudio era inusual y arriesgada. Por ello se asoció con Benda con quien llego a formar un magnífico equipo, pues mientras él realizaba
todo el trabajo técnico, ella obtenía clientes, se ocupaba de las ventas y
relaciones públicas y resolvía la parte artística de las imágenes: composición,
encuadre, iluminación y estilismo. Su estilo muy personal, utilizaba una lente
que difuminaba los contornos destacando de ese modo a quienes retrataba, la
hizo muy popular entre la aristocracia austro-húngara, llegando a ser requerida
para fotografiar la coronación del último emperador de Austria y rey apostólico
de Hungría y Bohemia, Carlos de
Habsburgo-Lorena y Sajonia, que fue conocido como Carlos I de Austria, IV de
Hungría y III de Bohemia, tras lo cual muchos miembros de la familia imperial
visitaron su estudio.
Su fama traspasó las
fronteras y en 1924 abriría otro estudio en París a donde se trasladaría
definitivamente tres años más tarde. Allí durante los años siguientes y hasta
el momento en que los alemanes invaden París trabajaría en solitario ya que
Benda no consiguió aclimatarse y regresó a Viena poco después lo que supuso
algunos problemas para Dora en el aspecto técnico. A pesar de ello Madame D’ora
vuelve a triunfar entre la alta sociedad y también empieza a trabajar para el mundo de la moda y el espectáculo
fotografiando a la cantante de ópera Maria Jeritza, al compositor Arthur
Grünfeld, a Josephine Baker, Tamara de Lempicka, el pintor Gustav
Klimt, Karl
Kraus, Alban Berg, Niddy Impekoven, Maurice Chevalier, Colette, y otros
exponentes de la escena y la cultura francesa. Bailarines, actores, pintores y escritores
pasaron por su estudio en París que se convirtió en un lugar de moda como punto de encuentro para la élite cultural
e intelectual. También la prominente posición de su padre, el doctor Philipp
Kalmus como abogado del gobierno trajo a personas de altos niveles de la
administración pública, la banca y los negocios a su estudio.
Dado su origen judío tuvo
que huir a un convento de La Lanvese, en la sureña provincia de Ardèche, y más
tarde se refugió en una granja cuando los alemanes invadieron Francia y no pudo
regresar a Paris hasta algún tiempo después del final de la contienda en 1946,
momento en que a pesar de las dificultades en que se hallaba sumida la ciudad
reabrió su estudio. Muchos de sus familiares fueron asesinados en el
Holocausto, incluyendo su hermana Anna.
Su vuelta al trabajo tras la
guerra supuso algunos cambios en su forma de trabajar. Ya en 1945 había
realizado un trabajo documental en el que reflejó las duras condiciones de vida
de los refugiados de un campamento en Austria y en 1956, a la edad de setenta y
cinco años, completó una serie que representaba vívidamente la brutalidad de
los mataderos de París. En su nueva
etapa tanto el tema como el estilo de las fotografías de D'Ora cambiaron
radicalmente. En sus nuevas imágenes realizadas desde mediados de los cuarenta
puede apreciarse una fotografía más real y directa, menos glamurosa, pero sin
perder la fuerza que habían
caracterizado sus vibrantes retratos de artistas e intelectuales de la primera
mitad del siglo XX.
D'Ora fue uno de los
primeros fotógrafos que se centró en las áreas emergentes de la danza moderna y
también en la moda, sobre todo después de 1920, cuando las fotografías comenzaron
a sustituir a los dibujos en las revistas. Aunque su técnica fotográfica no era
radical, la forma de enfrentarse a temas
de vanguardia era una opción arriesgada para un estudio comercial. Sin embargo,
las fotografías de d'Ora, que capturaron la individualidad de sus clientes con
nuevas posiciones naturales en contraste con las poses rígidas y pasadas de moda de otros
retratistas, rápidamente se hicieron populares. Sus fotografías de París
reflejan el estilo glamoroso de sus clientes. Además, d'Ora publicó a menudo
sus propios ensayos cortos para acompañar sus fotos.
Después de ser golpeada por
una moto en 1959, d'Ora perdió gran parte de su memoria y no pudo volver a trabajar.
Pasó los últimos años en Frohnleiten, Austria, en la casa de la familia que
había sido vendida por la fuerza bajo el mandato de los nazis, pero que más
tarde pudieron recuperar. Ella murió el 28 de octubre de 1963.
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