Cabecera La Mirada Fotográfica

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miércoles, 18 de septiembre de 2024

LA FUNDACIÓN MAPFRE PRESENTA UNA EXPOSICIÓN SOBRE WEEGEE LLAMADA AUTOPSIA DEL ESPECTÁCULO

 


Sin duda alguna en cualquier conversación en la que salga a relucir la ética fotográfica aparecer el nombre de Weegee. Figura imprescindible de la fotografía estadounidense de la primera mitad del siglo XX, Arthur H. Fellig, fotógrafo y reportero gráfico estadounidense de origen austrohúngaro conocido bajo el seudónimo de Weegge, fue un artista muy popular por las fotografías de sucesos que realizó en el Nueva York de las décadas de 1930 y 1940. 

Nacido en la localidad de Zolochiv, hoy perteneciente a Ucrania en 1899 con el nombre de Usher, llegó a los Estados Unidos diez años después y fue allí en la Isla de Ellis, donde le cambiaron el nombre por el de Arthur. Fellig debe su alias Weegee a una interpretación fonética de la palabra ouija, debido a su capacidad para llegar siempre el primero a cualquier escena,  apenas unos minutos después de que se  hubiese avisado a las autoridades acerca de un crimen, un incendio u otra emergencia. Sin embargo no se trataba de un arte de adivinamiento sino al hecho de que el fotógrafo llevaba en su coche, oficina, laboratorio, una radio de onda corta sincronizada con la emisora de la policía. 


Las fotografías de Weegee más conocidas muestran escenas de crímenes, víctimas de accidentes de tráfico ensangrentadas, incendios o escenas callejeras de gente necesitada y castigada por la vida y aún hoy día siguen resultando estremecedoras. El hecho de que el fotógrafo no tuviera ningún pudor en mostrar las escenas más escabrosas o que incluso fuera capaz de modificar la situación de un cadáver para lograr que la toma fuera más efectiva es algo de lo que se ha hablado largo y tendido en todos los debates sobre lo que es legítimo o no en la práctica periodística. Cuánto hay de verdad en esas afirmaciones y cuánto es leyenda es algo difícil de dilucidar. Probablemente la película “El ojo público”, dirigida por Howard Franklin e interpretada por Joe Pesci en 1992 y supuestamente basada en la vida de Arthur Fellig, ha contribuido en gran medida a aumentar el mito en torno a Weegee. 

La exposición que ahora se presenta en la Fundación Mapfre en colaboración con la Fondation Henri Cartier-Bresson, quiere dar a conocer también una parte de su trayectoria menos conocida, la que desarrolló entre los años 1948 y 1951 en Hollywood, donde se centró en la sociedad del espectáculo. La mayoría de sus fotografías más famosas fueron tomadas con un equipo fotográfico muy básico y con las técnicas de la época. Weegee no recibió formación fotográfica alguna, sino que fue siempre un fotógrafo autodidacta, así como un gran promotor de sí mismo. Y a pesar de todo ello conseguía dotar a sus imágenes de auténticos puntazos visuales. Se trataba casi siempre de imágenes que impactaban a los espectadores y que les hacían reflexionar no solo sobre la escena que contemplaban en sí misma, sino también sobre el modo en el que miraban.

Weegee sabía moverse tanto en los bajos fondos como en los ambientes propios de la “aristocracia” neoyorquina y tenía un gran poder de convocatoria, tal y como lo demuestra la famosa imagen realizada en Coney Island el 21 de julio de 1940 en la que aparecen miles de personas. Pero probablemente el lugar donde se encontraba y trabajaba más a gusto fuera en el Bowery, un barrio del bajo Manhattan en Nueva York con no muy buena reputación, donde los bares, la música y la vida nocturna propiciaban escenas muy atractivas para el ojo avizor del fotógrafo. 

Aunque la conciencia de clase y la empatía por los más desfavorecidos está muy presente en la obra de Weegee, pues el no olvida su procedencia humilde, también es importante la crítica que realiza de la imagen de actores, cantantes, presentadores, políticos, etc., mediante sus trucajes en el laboratorio. Con sus «sátiras», tal y como las denominaba e l mismo, Weegee se adelantó en algunos años a lo planteado por la Internacional Situacionista, organización revolucionaria de artistas e intelectuales cuyo principal objetivo era el de liquidar la sociedad de clases en tanto que sistema opresivo y que considera la posibilidad de superar todas las formas artísticas a través de «un empleo unitario de todos los medios en aras de cambiar la vida cotidiana. 

Weegee recopilo sus mejores fotos en un libro titulado Naked City [La ciudad desnuda] en 1945, con el que obtuvo un gran éxito de crítica y de ventas. En la primavera de 1948 se instaló en Hollywood, donde trabajo como asesor técnico para la industria cinematográfica y a veces también como actor. Además de fotografiar las fiestas, creo varias técnicas de trucaje fotográfico con las que caricaturizaba a famosos. En diciembre de 1951, tras cuatro años en la costa oeste, volvió a Nueva York, pero sin retomar su antiguo enfoque. Desde entonces y hasta su muerte, el 26 de diciembre de 1968, su actividad consistió principalmente en sacar partido a su fama para publicar más libros, dar conferencias de manera itinerante y difundir a gran escala sus fotocaricaturas en la prensa.


La exposición, comisariada por Clément Chéroux, director de la Fondation Henri Cartier-Bresson, cuenta con más de cien fotografías y con variado material documental. El recorrido, que ofrece una nueva perspectiva sobre el trabajo de Weegee, se desarrolla a lo largo de tres secciones y ofrece un amplio panorama de su obra.





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