Cabecera La Mirada Fotográfica

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domingo, 8 de septiembre de 2024

TOFIÑO

 

© Andrés Marín

Una sola palabra para definir la exposición que desde el día 6 de septiembre y hasta el 3 de noviembre se podrá visitar en la Casa Museo Zavala, en Cuenca, organizada por la Fundación Antonio Pérez. Y es que quizás el nombre de Vicente López Tofiño no sea muy conocido a nivel de calle, pero para todos aquellos que de un modo u otro estén relacionados con el mundo de la fotografía es sinónimo del buen hacer. 


Dice Publio López Mondéjar en el prefacio del libro que acompaña a la exposición, o tal vez deberíamos decirlo al revés pues la idea del libro surgió primero, que Vicente López Tofiño es uno de los fotógrafos españoles más apreciados y queridos por sus compañeros de oficio y yo estoy totalmente de acuerdo con esa apreciación. 


Con más de cincuenta años de trabajo a sus espaldas y un archivo fotográfico que ya quisieran muchos de los más renombrados fotógrafos, Tofiño, Tofi para los amigos, es una de las personas más humildes y generosas que he conocido y eso no resulta fácil de encontrar en un gremio tan endogámico como el nuestro en el que las líneas entre distintos estilos de fotografía y quienes los practican están muy definidas. 



Salvo raras avis como nuestra querida Cristina García Rodero, las exposiciones fotográficas suelen atraer a aquellos que tienen un estilo más o menos cercano a aquello que se expone, o bien pertenecen a una misma escuela o generación. La fotografía documental, por decirlo de alguna manera, está en las antípodas de lo que se ha dado en llamar la fotografía de autor, por poner un ejemplo. A mí todo eso me es indiferente. Cuando voy a ver una exposición lo que busco es un buen trabajo, independientemente del estilo fotográfico del autor, y aquí vuelvo a citar a Publio, “Tofiño atesora cuatro virtudes esenciales para realizar su trabajo: un profundo dominio de la técnica, una portentosa intuición, una mirada limpia  y un innato talento para fijar el mundo que le rodea en la memoria eterna de la cámara.” Creo que todas esas virtudes son más que suficientes para desplazarse cualquier día hasta Cuenca y disfrutar de las bellas imágenes que cuelgan de las paredes de la Casa Museo Zabala. 



Y así lo han entendido todos los compañeros que han acompañado a Tofiño en la inauguración de la muestra, entre los que sin ánimo de ofender a quienes se me olvide nombrar se encontraban Isabel Muñoz, Castro Prieto, César Lucas, Chema Conesa, Marta Areces, Andrés Marín, Juanjo Albarrán, María Antonia García de la Vega y  Benito Román. Tampoco quiso perdérsela Julián Castilla, uno de los coleccionistas más importantes de nuestro país. 


La muestra recoge una variada selección del trabajo que Vicente López Tofiño ha realizado a lo largo de todos estos años. Desde imágenes realizadas en pequeños pueblos y aldeas tanto de España como de Portugal, a las captadas en sus viajes por India, América Latina o diversos países del continente africano. Desde escenas de la vida cotidiana a ceremonias religiosas o ritos paganos. Desde la mirada cálida de los niños a la sensualidad de las mujeres caribeñas. Desde la intimidad de los hogares al idílico paisaje de los campos. Y todas ellas tienen algo en común, la cercanía  y el respeto con que Tofiño se ha involucrado con aquellos a quienes ha retratado y que le han devuelto una serie de imágenes aparentemente sencillas pero que encierran un gran contenido tanto emocional como descriptivo. Una declaración de intenciones en la que queda claro que a Tofiño le interesan las personas, sus formas de vida, sus historias, porque eso es lo que nos muestran las fotografías que componen esta exposición. Cada una de ellas nos cuenta una historia y no necesitamos más para deleitarnos en su contemplación. 


Desde luego es imposible resumir toda una vida dedicado a la fotografía en una sola exposición o un solo libro, pero las ciento una fotografías que componen ambas cosas son un bocado exquisito para dejarnos con ganas de mucho más. 



Fotografías de sala: © Conchita Meléndez

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