Cabecera La Mirada Fotográfica

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lunes, 20 de julio de 2020

KOLDO CHAMORRO, EL NEGRO DE PIEL BLANCA

MUSEO LAZARO GALDIANO
Sala Pardo Bazán
Del 21/07/2020 al 20/09/2020
Comisario: Clemente Bernad

Autorretrato

La exposición El Santo Christo Ibérico. Koldo Chamorro -fruto del convenio entre el Museo de Navarra y Oihane Chamorro, hija y heredera del artista- viaja desde el Museo de Navarra hasta el Museo Lázaro Galdiano, en el marco de PhotoEspaña 2020.

Koldo Chamorro fue un autor con una obra inconfundible y arriesgada. A lo largo de los más de treinta y cinco años de su carrera, se ocupó de cuestiones relativas a las estructuras sociales, la religión, las fiestas, los toros, el cuerpo o el sexo, casi siempre en forma de “ensayos fotográficos” elaborados a largo plazo, en los que trataba de desentrañar las claves de los temas que fotografiaba. Koldo Chamorro entendió en los últimos años del franquismo -como otros fotógrafos de su generación-, que había ciertas manifestaciones religiosas y fiestas populares que se encontraban en trance de desaparición, porque la agonía de la dictadura las arrojaría presumiblemente al olvido y por el avance de la venidera globalización.

Huelva 1995

En 1974, comenzó El Santo Christo Ibérico con la intención de elaborar un profundo análisis social que mostrase las contradicciones de un país lastrado por el atraso y el oscurantismo, pero que se veía arrastrado hacia la modernidad, planteándolo como un gran proyecto monográfico para reflexionar visualmente sobre los distintos aspectos de las liturgias y manifestaciones cristianas de la península ibérica, así como sobre la presencia de la cruz cristiana en nuestro paisaje social. Dio por finalizado este proyecto al celebrarse el Jubileo católico del año 2000.

 Navarra, sin fecha

Las 63 fotografías seleccionadas entre las 108 que compusieron la muestra de Navarra, se muestran siguiendo una sutil estructura de Vía Crucis. Esta selección ha significado bucear en el abundante archivo de Koldo Chamorro, para elegir las que integran la exposición. Todas las fotografías  son  copias  de  exposición realizadas para este proyecto. Hay que tener en cuenta que la exposición parte de una selección previa realizada por el propio artista, entre un archivo enorme que está prácticamente sin procesar ni catalogar y de cuyo fondo patrimonial hasta este momento,  ningún estamento público ha mostrado interés en salvaguardar. De las miles de fotografías, tal vez más de cien mil, realizadas por Koldo, en un principio se seleccionaron 1000, para llegar finalmente a las 108 que formaron la exposición original.

Fermoselle (Zamora), 1980

Para completar la visita, se proyectará en la sala el audiovisual Totum revolutum, realizado por Clemente Bernad y Carolina Martínez, basado en entrevistas a más de 70 personas, que hablan sobre la vida y la obra de Koldo Chamorro, comentando algunas de sus fotografías preferidas y contando anécdotas de su relación con el autor. El documental en el que a todo el mundo se le realizaron las mismas preguntas tiene una duración de casi siete horas, que serán proyectadas en bucle durante la duración de la exposición. Está también disponible en YOUTUBE, repartido en seis capítulos a través de la página de Alkibla:

Koldo Chamorro era un hombre peculiar, según palabras de Clement Bernard, curator de la exposición: “No somos pocas las personas que oímos a Koldo Chamorro relatar cómo en varias ocasiones llegó a volar. Elevarse varios metros del suelo para, desde allí arriba, con esa nueva perspectiva, fotografiar tal o cual cosa desde un ángulo insólito. Unas veces fue por causa de algún tifón despistado en cualquier paraje perdido de la ahora tan de moda España vacía, que por aquel entonces estaba aún más desértica; otras, consecuencia de algún complejo ejercicio de meditación contemplativa que salió mejor de lo previsto y que provocó la levitación más inesperada. El caso es que Koldo volaba y que cuando quería encontrar su particular e intransferible punto de vista no tenía más que concentrarse en ello o buscar el remolino adecuado.”



Más interesado en el proceso fotográfico y la escenografía que lo rodeaba que en las relaciones públicas que habrían podido colocarle en el lugar que le correspondía dentro del panorama fotográfico español, quizás su obra no obtuvo el reconocimiento que se merecía. Terco como era y como lo define su hija, prefería dedicar su tiempo a disfrutar del hecho de fotografiar en vez buscar la forma de exponer su trabajo. También era un hombre afable que solía conectar con la gente de los lugares que visitaba y disfrutaba contando anécdotas de su vida, que siempre estuvo marcada por la  estancia en Guinea Ecuatorial durante los primeros 16 años de su vida. El solía decir que en realidad él era “un negro de piel blanca.” y su vuelta a España a una España que no conocía ya que su familia se había trasladado a África a poco de nacer él, supuso un cambio radical en su vida y costumbres.


 
Koldo Chamorro decidió dedicarse por completo a la fotografía y vivir de ella por lo que no dudó en realizar todo tipo de trabajos, al tiempo que desarrollaba sus propios proyectos. Con una mirada muy personal, capaz de ver un Calvario en la estructura de un edificio que se estaba levantando en mitad de la Castellana, o un Cristo Crucificado ante el cadáver de un hombre muerto en un accidente de tráfico y al que le acababan de extraer los órganos para su donación, el artista podía componer también un escenario para que la fotografía que ya estaba en su cabeza resultara tal y como la quería. Nunca realizaba hojas de contacto, no lo necesitaba porque sabía perfectamente cuál era la toma buena, que veía directamente en el negativo antes de revelarla del mismo modo que lo hiciera también el famoso fotógrafo francés Henri Cartier-Bresson.


Por otra parte, con ocasión de la exposición, se ha publicado un monográfico editado por La Fábrica y el Gobierno de Navarra, con textos de Clemente Bernad -comisario de la exposición-, Margarita Ledo y Christian Caujolle. El Gobierno de Navarra con esta publicación, la exposición y su itinerancia, pretende recordar al artista y presentar a las nuevas generaciones a uno de los fotógrafos navarros más importantes. Con una tirada de mil ejemplares, la publicación del mismo nombre está llamada a ser una obra de referencia para acercarse a Koldo Chamorro.

 Madrid, 1987




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