Cabecera La Mirada Fotográfica

Cabecera La Mirada Fotográfica

jueves, 1 de febrero de 2024

CHRISTER STRÖMHOLM EL FOTÓGRAFO QUE BUSCABA LA CONFIRMACIÓN EXTERNA DE HIPÓTESIS INTERNAS

 


Así es como definía el poeta Lasse Södeberg al fotógrafo sueco Christer Strömholm, con quien viajo a España entre 1962 y 1963  con el fin de realizar un reportaje itinerante de la España franquista veinticinco años después del inicio de la guerra civil. Decía también Södeberg que su equipo esencial lo conformaban la Leica, la pluma estilográfica y mucha labia. Y es que Christer Strömholm cuyo reconocimiento le llego de forma tardía cuando  le fue otorgado en 1997 el Premio Hasselblad, era un hombre muy empático capaz de relacionarse fácilmente con aquellos a quienes fotografiaba incluso en los ambientes más difíciles para la época. 


Christer pertenecía a un pequeño círculo muy particular; era amigo de artistas, poetas y escritores, como Paul Andersson y Peter Weiss, con quien rodo una película. El trabajo del fotógrafo, de carácter intuitivo, expresa un mundo de imágenes propio en el que vuelca todos sus sentidos y su experiencia y con el que desafía todo tipo de prejuicios y estereotipos. Strömholm encuentra mensajes valiosos en todo, incluso en los objetos más humildes, a los que otorga un significado, un recuerdo a través de sus fotografías, que no son sino una extensión de su propia vida.   Sin embargo permaneció totalmente al margen de la fotografía de reportaje sueca y no formo parte del colectivo Rio fotografer, el equivalente sueco de la agencia Magnum. Él se sentía más influido por fotógrafos franceses como Brassaï, Henri Cartier-Bresson, Robert Doisneau  o Edouard Boubat y eso es algo que se aprecia en sus fotografías. 


Fundación MAPFRE presenta a partir de mañana 2 de febrero la exposición retrospectiva de este fotógrafo sueco Christer Strömholm (Estocolmo, 1918-2002), uno de los artistas más emblemáticos de la fotografía europea de posguerra que podrá visitarse hasta el 5 de mayo en su sede del Paseo de Recoletos.


Christer Strömholm nació en Estocolmo en 1918 y desde muy joven su vida estuvo marcada por una serie de acontecimientos que acabarían influyendo en su carácter y su forma de enfocar la vida, el divorcio de sus padres, la mala relación con su padrastro o el suicidio de su padre cuando  apenas tenía 16 años, sin duda fueron cruciales para el fotógrafo quien afirmo “no retrato lo que veo, sino lo que he visto”. Así con apenas diecisiete años comenzó a viajar por el mundo, posiblemente motivado por el impulso de romper con su entorno familiar. Fue en Dresde, donde estudiaba la carrera de bellas artes, donde empezó a moverse en círculos que tenían un vínculo común: la oposición al creciente movimiento nazi. Artistas, prostitutas y otras personas de alguna forma marginadas socialmente se encontraban entre los parroquianos de la cervecería que solía frecuentar. Probablemente fue allí  donde surgió la curiosidad del fotógrafo por todo lo divergente, aquello que se alejaba de las normas imperantes, y que llegaría a impregnar su visión de la vida y su producción artística. 

Fue en París, a finales de los años cuarenta, cuando Strömholm empezó a experimentar con cámaras de gran formato y cuando tomo conciencia de que la imagen fotográfica  le permitía expresarse de un modo acorde a sus deseos de una forma que no había logrado hasta entonces a través de la pintura o la escenografía. Sin embargo una vez más Christer se aleja del enfoque nostálgico que caracterizaba a gran parte de los fotógrafos que en aquel momento desarrollaban su trabajo en las calles de París y opta por unas imágenes directas y poéticas que destacan por un deseo de ver y representar sin ser demasiado explicito. Strömholm, al igual que Brassaï, sentía un especial interés por los fragmentos de textos escritos en las fachadas a modo de grafiti y también por los anuncios, las vallas publicitarias y todo aquello que le permitía crear imágenes dentro de la imagen. 


La exposición que presenta la Fundación Mapfre muestra imágenes de uno de sus trabajos más conocidos, los retratos de las transexuales de los alrededores de la place Blanche, cerca de Pigalle. También hay una muestra de las fotografías que tomó en España durante los dos años que estuvo viajando por nuestro país o de cementerios y monumentos funerarios, tema relacionado con la muerte en el que trabajó a partir de la década de los 50 y cuyas imágenes  ocuparon un lugar central en su obra. Según comenta Anders Petersen, fue una de esas fotografías, una realizada en el cementerio de Montmatre en la que se ven una huellas sobre el suelo nevado entre las tumbas, la que le hizo interesarse por la fotografía. Fue algo que le impactó porque pensó o más bien se imaginó que Strömholm había visitado ese lugar y había descubierto que los muertos se visitaban unos a otros por la noche. Para él la imagen era enigmática, misteriosa y estaba cargada de simbolismo. 


Son muchas las cosas que vais a poder descubrir en esta exposición de más de 150 imágenes y distinta documentación, de un fotógrafo que no resulta demasiado conocido en nuestro país y que esperamos que a partir de ahora lo sea. 



No hay comentarios:

Publicar un comentario