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martes, 20 de febrero de 2024

EL REINA SOFÍA ACOGE LA MAYOR MUESTRA ANTÓLOGICA DE ANTONI TÀPIES

 


Manuel Borja-Villel, quien hasta hace poco tiempo fue director del Museo Reina Sofía vuelve al mismo como comisario de una de las mayores muestras realizadas hasta ahora del polifacético y multidisciplinar artista catalán Antoni Tàpies. La exposición forma parte de los actos organizados con motivo del centenario del autor, nacido en 1923 y que durante más de 70 años se dedicó a crear arte en el más amplio espectro de la palabra ya que a lo largo de esos años fueron muchas las etapas por las que pasó y también muchos los materiales que empleó para realizar sus obras. De esta manera la Fundación Antoni Tàpies, presidida por Inma Prieto y que ha colaborado con el comisario de la exposición, reivindica la vigencia del artista catalán, ya que en su opinión si bien Tàpies fue  muy reconocido mientras estuvo vivo, suele pasar que cuando una figura desaparece, pasados unos años  nos damos cuenta de que ésta tiende a disolverse y no podemos dejarla atrás porque forma parte de la memoria colectiva.



La muestra reúne cerca de 220 obras procedentes de museos y colecciones de todo el mundo y cuenta también con la colaboración de la Fundación Antoni Tàpies de Barcelona y los préstamos de la familia del artista que permiten al espectador obtener una formidable visión de la dilatada carrera artística de Tàpies -desarrollada entre 1943 y 2012-, en la que experimentó con las propiedades expresivas de la materia y del lenguaje sin dejar de reflexionar en ningún momento sobre la pintura y la representación.


Asociado a la abstracción y al informalismo de posguerra por sus rasgos expresionistas, Tàpies se consideraba un pintor realista más que abstracto y su empleo inconfundible de la materia para crear formas y objetos le otorgan una identidad propia. Tremendamente prolífico, el trabajo de Tàpies se asemeja a un compendio en permanente construcción.


La exposición cuyas obras se han reunido en 10 salas de la 4ª planta del edificio Sabatini, comienza su recorrido con una serie de obras realizadas en sus años iniciales como artista. Bajo la influencia de Matisse o el mismo Picasso, comenzó a realizar autorretratos, que ya presagian el carácter introspectivo que caracterizará a su obra a partir de entonces. También fueron claves en su trabajo las influencias de Joan Miró, Max Ernst o Paul Klee.



En 1950 Tàpies se traslada a Paris gracias a una beca del Instituto Francés de Barcelona. Allí conoce a a Picasso y entra en contacto con las vanguardias internacionales. Es entonces cuando realiza la serie de dibujos Historia natural (1950-1951), una réplica al portafolio de frottages que Max Ernst realizó en 1926 con el mismo título. En comparación con trabajos anteriores, en esta serie, con la que el artista intenta dar respuesta a su deseo de entender el mundo y de reflexionar sobre la condición humana, subyace un carácter político y literario de mayor alcance.


A partir de 1953 la obra de Tàpies experimenta un punto de inflexión: abandona la figuración anterior y se hace más matérica al alterar la concepción tradicional de la superficie pictórica, incorporando texturas densas similares a las de una pared o tapia, a las que aplica incisiones, marcas, huellas, perforaciones, etc. También comienza a emplear otros materiales como son el papel o el cartón, que si bien ya utilizara en su primera etapa ahora utiliza de forma diferente pues estos materiales le sirven para experimentar con la materia y probar nuevos efectos. Así, la rotura deliberada de ciertas partes, el arrugamiento del soporte o las incisiones son testados metodológicamente, como se aprecia en obras como Papel de embalar (1964) o Morado con ángulos negros (1963).


A medida que pasan los años, el artista va probando nuevos materiales y experimente ligeros cambios conceptuales y variaciones en los tonos empleados en su obra, que van trascendiendo del ocre al negro dando a sus obras un matiz más austero. También el uso del barniz como base con su tonalidad áurea abre un mundo de posibilidades al artista y adquiere pleno protagonismo.

En las dos últimas décadas de la vida de Tàpies su obra se va impregnando de cierto sentimiento de melancolía, las continuas referencias a la muerte, la enfermedad y el dolor son predominantes. Es posible que en ello influyera la certeza de un final no muy lejano y también los acontecimientos políticos de la época. Cuando en 1993 inaugura su muestra en el Pabellón de España de la Bienal de Venecia no deja de pensar que, a pocos kilómetros de los festejos, la antigua Yugoslavia se enzarzaba en una cruenta guerra fratricida. Impactado por la limpieza étnica de esta guerra realiza en 1995 una de las obras más icónicas de sus últimos años, Dukkha, en la que vuelca el significado de múltiples sentimientos, la desilusión, el sufrimiento, el vacío, el dolor. 

Manuel Borja-Villel, Inma Prieto, Manuel Segade, Antoni Tàpies i Barba y Gonzalo Cabrera Martín

Próximamente el Museo Reina Sofía publicará un catálogo cuyo contenido abarcará el total de las obras que están representadas en esta muestra. La exposición que se abre al público mañana 21 de febrero podrá visitarse hasta el 24 de junio.  



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